Papeleronas chirimbolescas
Qué despilfarro del dinero público, extraído de los exprimidísimos bolsillos de los contribuyentes, esa apabullante siembra de tantísimas aparatosas papeleras por todo Madrid, tan feas, que tanto estorban y que han costado carísimas: miles de pesetas cada una. Y muchas las han puesto en medio del paso, donde más perjudican a los viandantes -y no digamos a los discapacita-dos-, habiéndolas metido, incluso, en aceras muy estrechas.
Con estos horribles objetos, de aspecto tan bélico, pues parecen bombas o grandes minas anti-personas, han cercado, materialmente, templos, palacios y monumentos, atacando gravemente a su estética y carácter, y han convertido los soportales de la plaza Mayor en un abrumador e insultante muestrario de estos groseros pegotes, que dañan las demás perspectivas más dignas de Madrid, como las de la plaza de Oriente.
No han faltado periodistas que han advertido de que nada análogo a este exceso puede encontrarse yendo por el mundo y, sin embargo, nada más frecuente que ver ciudades más limpias que Madrid, a la que, además, se la mantiene como la ciudad más ruidosa del planeta, siendo el ruido, precisamente, una de las peores y más temibles formas de suciedad.
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