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Piqué pide que las Iglesias apoyen el diálogo sin callar ante el terrorismo

La existencia en España de un problema de terrorismo de raíz política no podía pasar por alto en un encuentro dedicado a la búsqueda de la paz en el que participan mediadores curtidos en duros conflictos. El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, se refirió directamente a él en la solemne sesión de apertura del encuentro Las fronteras del diálogo, celebrado ayer por la tarde en el Teatro del Liceo. Lo hizo para recordar, ante los cardenales Roger Etchegaray y Ricard Maria Carles, que las Iglesias tienen 'el sagrado deber' de favorecer el diálogo, pero también 'el de no callar' ante el terrorismo.

Aunque también el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, hizo una alusión al terrorismo en España, calificándolo como pervivencia de una 'excepción' en la restauración de la democracia, el conflicto al que los oradores se refirieron más fue al de Oriente Próximo. En un extremo de la larga mesa presidencial se sentó el gran rabino de Jerusalén, Israel Meir Lau; en el otro extremo, el teólogo musulmán de la universidad marroquí de Rabat, Mohamed Amine Smaili. El rabino cosechó una fuerte ovación al afirmar que 'es la hora de hablar, de dar la mano; es la hora de más hermandad'. La ovación se repitió cuando el teólogo musulmán reclamó que la religión 'ya no debería proteger a los guerreros ni ser usada para la destrucción', sino atender a su primer deber, que es el fomento 'de la paz y el bienestar' de los humanos.

El reto de Jerusalén

Más allá de las expresiones de buena voluntad, las intervenciones de Jean Daniel, director de Le Nouvel Observateur, y del presidente de Costa de Marfil, Laurent Gbabo, pusieron el acento en los reiterados fracasos en la búsqueda de la paz, y no sólo en el conflicto árabe-israelí. También en Timor, en Sudán, en Chechenia, recordó Daniel. 'Si en Jerusalén las tres religiones monoteístas no consiguen poner por delante la fraternidad humana', dijo, '¿cómo hablar de paz, de respeto al otro?'.

El fundador de la comunidad de San Egidio, el historiador de la Iglesia Andrea Riccardi, reclamó 'la renegociación de un nuevo pacto entre Europa y África para el siglo XXI'. Dijo que no es sólo una demanda africana, sino también de los desheredados de todo el mundo, incluidos paradójicamente los de los países ricos, en favor 'de un pensamiento, una política y una solidaridad que no excluyan sistemáticamente'. Riccardi sostuvo que el diálogo ha de llevar a un futuro en el que los hombres 'no se matarán en nombre de Dios y no invocarán el nombre de Dios para santificar sus odios'.

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