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Camino del Mundial de 2002 | FÚTBOL

Ante la enésima oportunidad

España suma ya siete participaciones seguidas en el Campeonato del Mundo, pero nunca ha brillado

Si un cataclismo no lo impide, España disputará en Corea y Japón su séptimo Campeonato del Mundo de fútbol consecutivo. ¿Toda una marca o toda una suma decepciones? El país que presume de tener la mejor Liga de clubes dispone de un palmarés tan escuálido que afea su condición de asiduo participante: un cuarto lugar en Brasil 50 es su mejor garantía. Después jamás superó la fase de los cuartos de final. Además, acumula cinco eliminaciones en la primera fase. No es extraño, pues, que cierto pesimismo se haya adueñado de la España futbolística, hasta el punto de pensar que la selección termina jugando muchos partidos de clasificación y pocos de competición. Una revisión del espíritu olímpico de la participación como principal objetivo. Habitualmente beneficiada por los sorteos clasificatorios, España ha disfrutado, como los demás, de la redefinición política de Europa, que ha disminuido a antiguas selecciones, como la Unión Soviética o la Yugoslavia unida, y promovido a otras de escasa entidad. En esta fase clasificatoria solo un jugador de todos sus rivales,el austriaco Herzog, juega en una gran Liga, la alemana.

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En cualquier caso, de España puede decirse que es una selección democrática. Sus siete presencias consecutivas en los Mundiales se han producido desde que se recobró esa fórmula política. La apertura de las fronteras nacionales y futbolísticas han pergeñado un país que reclama un título que engorde sus vitrinas. Un Campeonato de Europa, el de 1964, el del gol de Marcelino, cuya fase final se jugó en casa, y un subcampeonato, el de Francia 84, así como la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, parecen poca cosecha para el país presupuestariamente más poderoso y que acumula mayores niveles de audiencia y estrellas futbolísticas. En Corea y Japón la selección de José Antonio Camacho tendrá la oportunidad de seguir aumentado su colección de decepciones o de cambiar su sino.

- Italia 1934. La historia internacional de España se inició con buen pie. Había conseguido la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Amberes 20, era el primer equipo que había ganado a Inglaterra y había goleado por 13-1 a Bulgaria. Su primer Campeonato del Mundo lo inició con una victoria sobre Brasil (3-1), con dos goles de Lángara y uno de Irraragorri. Sin embargo, cayó ante Italia y no superó la primera fase.

- Brasil 1950. La mayor cota de la selección, al concluir oficialmente en la cuarta posición. Fue el Mundial de Zarra, el delantero del Athletic, que marcó el histórico gol a Inglaterra. España venció a Estados Unidos, Chile e Inglaterra y empató con Uruguay antes de ser goleada por Brasil (6-1) y derrotada por Suecia. Fue el año del maracanazo, cuando Uruguay dejó mudo al estadio brasileño al vencer al anfitrión en la final.

- Chile 1962. Comienzan las decepciones. A pesar del dominio del Real Madrid en Europa gracias a Di Stefano y Puskas, la España de la legión extranjera, dirigida por Helenio Herrera, también cayó eliminada en la primera fase. Todo un síntoma de las dos Españas futbolísticas: la de los clubes y la de la selección. España superó a México, pero fue derrotada por Checoslovaquia, subcampeona, y Brasil, campeona.

- Inglaterra 1966. España se sumió en el nacionalismo futbolístico. La prohibición de jugadores extranjeros se saldó con otra eliminación en la primera fase: derrotas ante Alemania y Argentina y victoria sobre Suiza. España venía de haberse proclamado campeona de Europa y la decepción se alargó a las dos ediciones posteriores del Mundial, a las que, entorpecida por Yugoslavia, no llegó.

- Argentina 1978. La democracia devolvió a España su lugar internacional, pero no le rescató de su habitual anonimato. Su fallo ante Brasil inmortalizó a Cardeñosa. Esta cita acabó con Ladislao Kubala, el seleccionador con más partidos en su historial.

- España 1982. La gran oportunidad perdida. La selección, anfitriona, por vez primera, de un Mundial, tuvo que limitarse a alcanzar la segunda fase . Una sola victoria en su haber (2-1 sobre Yugoslavia) fue un balance escaso que zanjó el desapego general hacia un equipo, dirigido por José Emilio Santamaría, incapaz de generar expectativas. Fue el gran mazazo de su historia.

- México 1986. España recuperó el crédito. Miguel Muñoz reunió un interesante plantel en el que destacaba un muchacho barbilampiño, Butragueño, que dio una lección de fútbol ante Dinamarca. Pero la frontera de los cuartos de final se constituyó como un muro insalvable. Un equipo que mezclaba la técnica y la fuerza cayó en la tanda de los penaltis decisorios ante Bélgica.

- Italia 1990. El baile de entrenadores añadía un nuevo nombre, Luis Suarez, pero un destino similar. Yugoslavia, un habitual de los disgustos españoles, impidió que se prosperase más allá de los octavos de final. La quinta del Buitre culminaba su andadura volando más bajo de lo que su calidad le permitía.

- Estados Unidos 1994. España acarició por vez primera una clasificación digna y una superación de su mítica frontera. Lo impidió, ante Italia, la ceguera del árbitro en un codazo de Tassotti a Luis Enrqiue y el tembleque de Julio Salinas ante el portero italiano.

- Francia 1998. España jugó el Mundial de mayor presión de su historia. Su pedigrí reclamaba algo más de lo conseguido hasta entonces. Nigeria amargó la trayectoria. Una derrota inesperada y España, con una selección solvente, fue la primera en volver a casa. Javier Clemente comenzaba a dejar su sitio a Camacho.

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