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Crítica:NARRATIVA | EQUIPAJE DE BOLSILLO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La belleza del monstruo

Javier Rodríguez Marcos

En un texto de 1933, Walter Benjamin recuerda una fábula recogida en un libro de cuentos de su infancia, aquélla en la que un anciano, en la hora de su muerte, revela a sus hijos que en su viña hay un tesoro escondido, por lo que no tendrían más que cavar para sacarlo a la luz. Cavaron, pero el tesoro no apareció. No obstante, cada septiembre, la viña da los mejores frutos de la región. 'Entonces', concluye Benjamin, 'se dan cuenta de que el padre les legó una experiencia: la bendición no está en el oro, sino en la laboriosidad'. En el mismo ensayo, el pensador alemán, obsesionado con la desaparición de la figura del narrador, se pregunta si quedan todavía gentes capaces de narrar como es debido, si hay alguien que todavía intente hablar a la juventud apoyándose en la experiencia.

TESEO

André Gide Traducción de Ferrán Esteve Debols!llo. Barcelona, 2001 112 páginas. 595 pesetas

Publicado en 1946, cinco años antes de la muerte de su autor, Teseo es un relato nacido con el mismo deseo de instrucción de la sabiduría antigua. Efectivamente, mucho de enseñanza y testamento intelectual hay en unas páginas narradas en primera persona en las que, junto a las de un anciano Teseo que escribe para su hijo, resulta difícil no escuchar la voz de un Gide de 77 años que se enfrenta a 'este último escrito', después de haber trabajado en un diario oceánico, luchando en sus novelas contra las convenciones -y contra sí mismo- y denunciando el colonialismo y el estalinismo en obras como Viaje al Congo y Retorno de la Unión Soviética.

El mito del laberinto de Creta habitado por el Minotauro ha sido, de Jorge Luis Borges a Zbigniew Herbert, recreado por los más diversos escritores. Como el narrador argentino o el poeta polaco, también André Gide plantea una versión que rectifica la tradicional fiereza del sanguinario hijo de Pasífae, esposa del rey Minos. Cuando el héroe de Gide se encuentra cara a cara con su rival advierte algo para lo que no había preparado su espada: el monstruo es bello.

No será, con todo, la belleza del monstruo la única ironía a la que deba enfrentarse Teseo, cuyo viaje le hará comprender, por un lado, su origen heleno, esto es, su extranjería, y por otro, la verdadera naturaleza del laberinto, cuya inexpugnabilidad está lejos de residir en su arquitectura. 'Considerando', dirá Dédalo, su constructor, 'que no hay cárcel que valga para quien de ella quiere huir, ni barreras o fosos que la astucia o la resolución no puedan franquear, consideré que, si deseaba retenerlo (al Minotauro) en el laberinto, más valía construirlo no de modo que no pudiera, sino que no deseara salir de él'. Una vez más, un moralista como Gide había dado con una buena definición de la sociedad de su tiempo. Y del nuestro. Tal vez por eso Teseo, a lo largo de un relato grave pero no serio, cargado de ironía, tendrá siempre presente, en su lucha con los hombres, unas palabras de Egeo, su padre -'las armas importan menos que el brazo que las sostiene; el brazo importa menos que la inteligente voluntad que lo guía'-, y en su lucha, constante, con los dioses, unas palabras de Edipo -'los hombres, cuando se dirigen a los dioses, no saben que, a menudo, los dioses los satisfacen para su desdicha'-. Dios y los hombres. He aquí aquéllos contra los que luchó siempre André Gide. O dicho de otro modo: aquéllos por los que luchó. Al final de sus días, Teseo dirá que, quizá, gracias a sus trabajos -fundó la Atenas de las ideas-, los hombres se reconocerían más libres y más afortunados. Tal vez por eso, en esos mismos días finales, marchándose en silencio, sin impostar la voz, escriba: 'He vivido'.

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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