Más de 200.000 personas bailan en la playa de las Vistas con el Son Latinos
Nuevo exitazo del festival de Tenerife Sur. Paulina Rubio arrasa con 'Y yo sigo aquí', uno de los himnos del verano. Ariel Rot y La Oreja de Van Gogh también salen por la puerta grande. La marcha duró hasta el alba.
Cerca de 200.000 personas, apelotonadas en una playa de kilómetro y medio, recibieron con entusiasmo la madrugada del domingo a la cantante mexicana Paulina Rubio. Ella era la estrella del festival Son Latinos, que se ha celebrado por cuarto año consecutivo en Arona, un pequeño municipio de 54.000 habitantes situado al sur de la isla de Tenerife.
No había discusión. El macroconcierto se había iniciado la tarde del sábado para concluir con las claras del domingo, y contó también, además de con un buen número de figuras locales, con la presencia de artistas como el rockero hispano-argentino Ariel Rot, el salsero cubano Issac Delgado, los donostiarras La Oreja de Van Gogh, los viejos soneros de Los Fakires, el francés de origen español Sargento García o una leyenda viva como el guitarrista portorriqueño José Feliciano; pero era la mexicana, desde el principio, la artista más deseada. Y, a la postre, fue también la más aplaudida.
El ambiente se palpaba en la playa de Las Vistas, donde tuvo lugar el acontecimiento, desde días antes. Un enorme escenario de cerca de 700 metros cuadrados, con una boca de 40, esperaba desde una semana antes sobre la arena y entre las tumbonas de los turistas que ocupan en agosto casi la totalidad de las cerca de 90.000 plazas hoteleras de que dispone Arona.
Los comentarios de los veraneantes que vieron levantar esa inmensa mole construida con tecnología de la NASA giraban sobre todo en torno a la escultural artista mexicana, intérprete de uno de los himnos del verano: Y yo sigo aquí.
'No me gustaría ser hoy el técnico de sonido', había comentado antes del concierto Ariel Rot. De alguna manera intuía como podía ser el 'maravilloso caos' en que podía convertirse el Son Latinos de 2001.
No sabía entonces el problemón que iba a suponer traer de la península el transformador que sustituyó al averiado por la mañana en la mesa de control del sonido.
Pero no hubo caso. La pieza que arreglaba todo llegó, el técnico respiró tranquilo y el festival, a un tris de suspenderse, empezó a rodar a su hora.
Aún con la luz del sol y muchos bañistas todavía jugando con las olas del Atlántico, empezaron a caer artistas sobre el inmenso escenario. Primero, y con el sonido grabado, los locales Maquinaria Baby y Davinia Gloria con los Gypsy Teens; y, enseguida, el folclor de los veteranos Taburiente, que fue lo primero que se escuchó con sonido enteramente en directo.
Luego llegó el rock and roll primigenio y salvaje de Ariel Rot (a eso de las nueve y veinte de la noche) y todo empezó a funcionar sobre ruedas. Se había ido el sol pero muchos bañistas seguían dentro del agua y una tímida luna creciente asomaba en el cielo canario. Sobre la arena, posiblemente 200.000 personas -algunos apuntaban unos cuantos miles más- bailaban tranquilos esperando ansiosos todo lo que suponían que iba a acontecer después.
'El rock también existe en el universo latino', reivindicaba el veterano artista hispanoargentino marcando su terreno en un encuentro ecléctico y contradictorio. El boom de la música latina ha sido el punto de apoyo esgrimido por todos los que en los días previos al festival (SGAE, organización, autoridades locales...) se encargaban de loar sus excelencias. Y no cabe duda de que hubo una amplia muestra de ese fenómeno que tanto se cacarea.
Paulina Rubio -Pau, según tenían estampado en las camisetas los bailarines de su coreografía y algunos fans- fue su exponente principal pero quizá no la que mejor supo sintetizar el concepto. Curioso, va de mexicana brava y salvaje, pero en realidad le gustaría ser eso que tanto le han dicho de la Madonna latina. No llena del todo el escenario, aunque -además de su amplio elenco de bailarines y músicos- saque un par de veces un auténtico mariachi mexicano. Para cantar de una manera creíble Bésame mucho, Quizás o Volver, volver -como intentó- hace falta mucho más que un mero espectáculo a la americana. Lo suyo es Vive el verano o 25 años y Yo sigo aquí, que es donde se mostró tremenda y convincente.
25 años
Amaia, la cantante de La Oreja de Van Gogh, que había precedido a la mexicana, celebró sobre el escenario sus 25 años de vida, los mismos que lleva Rot sobre el escenario. Asustada, confesó que 'nunca había visto a tanta gente junta', y reconoció sentir envidia del público, por 'tener la suerte de estar en bañador, o en bikini'.
Cascarilla, el viejo sonero que lidera al veterano quinteto cubano Los Fakires, puso cordura y sabiduría. Escasa intervención la de estos venerables artistas, pero repleta de matices y latinidad.
Antes, el Sargento García había puesto la nota contestataria y rebelde contra lo políticamente correcto, postura sin querer contestada luego por José Feliciano, que, en su línea, reivindicó las canciones de buenas intenciones, el espíritu positivo ante la adversidad.La fiesta acabó salsera con las intervenciones de Issac Delgado y el puertorriqueño Tonny Tún Tún. Sobre la playa de Las Vistas, ya amaneciendo, muchos cuerpos descansaban de una noche frenética. A un kilómetro y medio del escenario, los servicios de limpieza comenzaban una rutina que esta vez iba a ser distinta a los demás días.
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