'Cuelga, yo te llamo'
Las operadoras de móvil acusan el uso de las líneas sin que exista comunicación entre los usuarios
'Dos timbrazos y bajas'; 'Tres toques y me esperas en la puerta'; '¿Por qué descuelgas? ¡Llámame tú!'. Contraseñas de este tipo, habituales entre veinteañeros, parejas de novios o matrimonios y hasta empresas de seguridad privada o repartidores están haciendo un agujero en el negocio de las compañías de móviles de toda Europa. En España, Telefónica Móviles, Airtel y Amena reconocen que la práctica del 'trimbrazo', el 'cuelgue' o el 'tres por tres' se extiende cada día más.
Las operadoras han detectado que un grupo creciente de usuarios (hay más de 25 millones de usuarios de móvil en España y cerca de 200 millones en toda Europa) no termina las llamadas realizadas, es decir, que marca el número de la persona con la que desea contactar y antes de obtener una respuesta al otro lado, cuelga.
Las compañías estudian facturar desde que se transmite la señal, haya contestación o no
De ese modo, el que llama se ahorra el coste de la comunicación, espera a que la persona llamada le conteste (generalmente desde un teléfono de empresa) porque ha podido visualizar el número llamante o, como es cada vez más habitual, sencillamente pone fin a la comunicación porque mediante un código establecido previamente, y basado en el número de timbrazos que escuchan uno y otro, ya saben a que atenerse.
El empleo de estas llamadas no terminadas causa un daño múltiple a las operadoras. Con estas prácticas dejan de ingresar por llamadas realizadas desde un móvil o, en el mejor de los casos, consiguen que se establezca la comunicación desde de un teléfono de empresa (con tarifas más bajas que las establecidas para particulares). En el peor escenario, es decir, cuando los comunicantes se limitan a intercambiar timbrazos no facturables por el operador, la compañía ve como los usuarios utilizan su red (se han invertido cerca de 1,5 billones de pesetas en infraestructuras de telefonía móvil en España) sin cobrar por ello.
'No es un fraude, pero se acerca a ello', afirma el portavoz de una de las consultoras habituales del sector, empeñada en dar una solución a un problema creciente. En su opinión puede definirse como fraude en telecomunicaciones 'el envío de cualquier transmisión de información a través de una red de telecomunicaciones con el objetivo de eliminar o disminuir el precio que se paga a los operadores de dicha red por el uso de sus servicios'.
Sin embargo, la legislación no contempla entre las acciones punibles la interrupción de la llamada antes de que alguien conteste. Según las operadoras consultadas, las llamadas no terminadas 'suponen todavía un porcentaje mínimo del tráfico total cursado' (no alcanza el 1% según estimaciones del sector sobre un total de 17.000 millones de minutos de tráfico que generan ingresos de 647.711 millones de pesetas a Móviles, Airtel y Amena en 2000). Las operadoras reconocen, no obstante, que este procedimiento 'se está convirtiendo en un fenómeno a considerar', aunque aún no ha provocado problemas de saturación de red.
Telefónica, Airtel y Amena reconocen que los ratios de eficiencia de red, medida en función de los minutos facturados sobre el total del tráfico gestionado, muestran una ligera variación en los últimos meses que puede atribuirse a este fenómeno, pero descartan que pueda afectar a la calidad de tráfico o a los resultados.
Según sus propias informaciones, esta forma de comunicación no se ha extendido sólo entre los jóvenes, que suelen emplear códigos de 'toques' para quedar e incluso transmitirse información según el número de timbrazos. 'Cada mensaje me cuesta 25 pesetas, creo, a no ser que haya alguna oferta o que sea para mi novia que tiene un móvil de la misma compañía que yo. Pero si sólo tengo que decirle que baje, basta con que llame y cuelgue antes de que conteste. ¡Y es gratis!', relata Alfredo, de 21 años, uno de los artífice de los ya cerca de 30 millones de mensajes que se intercambian diariamente entre móviles.
También emplean este sistema los vigilantes de seguridad que comunican la existencia o no de incidencias en el turno o en el recorrido por los recintos a su cargo mediante un cierto número de timbres. 'No hace falta decir nada. Así es más rápido', afirma un vigilante jurado de una empresa de tamaño medio ajena a las ventajas que ofrecen tecnologías alternativas al GSM con aplicaciones específicas para comunicaciones de seguridad (TETRA).
Es precisamente el desconocimiento de las nuevas tecnologías una de las armas que las compañías utilizan para combatir este fenómeno. Citan como ejemplo el de los transportistas, acostumbrados a dejar la carga del cliente a la misma hora cada día. Este tipo de usuarios emplea el móvil para avisar de su llegada a las calles con dificultades para aparcar mediante una llamada sin terminar al establecimiento al que se dirigen.
Para remediar este uso ineficiente de la red, Móviles, Airtel y Amena comercializan ya servicios de localización de flotas a través del móvil, un sistema que permite a la central de la compañía de transporte dirigir a sus empleados para evitar problemas de tráfico y aparcamiento.
Otras compañías europeas, sin embargo, han preferido cortar por lo sano y estudian facturar desde el momento en que se transmite la señal, haya contestación o no al otro lado, en concepto de uso de la red.
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