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Entrevista:JOSÉ MANUEL ESNAL, 'MANÉ' | Entrenador del Alavés | LA ENTREVISTA DEL VERANO

'Si falla la experiencia, mejor irse a casa'

Vizcaíno de Balmaseda, Mané asegura que tiene 'todos los años', su forma de reconocer que a los 51 ha vivido mucho. Aunque trabajó diez años en un holding financiero, a los 24 empezó a compaginar su trabajo con la afición por entrenar equipos de fútbol. En la empresa tocó de todo, 'desde el mundo de los seguros, el mundo del hotel, la dirección de empresa, una financiera de automóviles, una conservera, una consultora de administración...'. Su actividad multidisciplinar le ha servido en el fútbol, profesión en la que se ha curtido a base de muchas probaturas: Figueres, Lleida, Mallorca y Levante avalaron su salto a Primera. A punto de estrenar su quinta temporada al frente del Alavés, no puede presentar ningún título, pero si un subcampeonato de la Copa de la UEFA ante el Liverpool. La hazaña europea le ha colocado en el mercado y ha convertido al Alavés en un ejemplo para los modestos y en un rival complicado para los grandes. Al menos ahora ya nadie podrá considerarle como un técnico de segunda.

Le encanta dialogar, pero las entrevistas le dan pereza, tanto que antes de ponerse ante la grabadora sugiere convencido -y si cuela, cuela- que el periodista recicle viejos artículos. No cuela.

Pregunta. ¿Qué es el verano para un entrenador de Primera?

Respuesta. Es desconectar. En mi caso es difícil, porque el Alavés es un equipo en perpetua renovación. Es un periodo compartido entre la desconexión y la atención al teléfono, para saber qué fichajes hacer en función del mercado.

P. Así que, sin vacaciones...

R. La primera semana desaparezco, no le digo a nadie mi paradero, pero no me queda más remedio que aprender a vivir sin vacaciones. No obstante, cada dos años el periodo estival es mayor puesto que siempre hay alguna competición importante para la selección.

P. ¿Suele hacerse amigo de los futbolistas?

R. Excepcionalmente sí, pero no es lo normal. Lo habitual es que se establezca una relación de respeto entre jugadores y entrenador y que este último asuma su función: dirigir un grupo bastante variado y al mismo tiempo ser consejero y ayudante, porque estamos para ayudar a los futbolistas. Aquí es bueno que exista una distancia prudencial para que funcionen bien las cosas.

P. ¿Por qué se le presta tanta atención a los futbolistas cuando en realidad dicen tan poco?

R. Las preguntas de los medios de comunicación suelen ser bastante tópicas y típicas así que si un futbolista se sale del guión en sus respuestas enseguida destaca y pasa a ser más solicitado. Así que la mayoría opta por marcarse un camino de normalidad y dedicarse a lo que realmente saben hacer, jugar al fútbol con ese don que les ha dado Dios. Hombre, si además de jugar bien el futbolista ejerce con propiedad el uso de la palabra y el de la razón, ya es la releche.

P. ¿La defensa a ultranza de la cantera en el Athletic es un gesto de supervivencia o un tic nacionalista?

R. No lo sé, habría que preguntar a los dirigentes del Athletic. Pero hay mucha historia tras ese club. Los aficionados, los socios disponen de la línea que ha de llevar el club y si quieren que siga en esas condiciones hay que respetarlo y ayudarles, porque es un club único en el mundo. Son decisiones que hay que respetar.

P. ¿Cómo ve a los entrenadores de las fuerzas políticas?

R. Analizarlos a todos uno por uno sería complicado, pero en conjunto creo que hacen falta líderes de opinión, dirigentes que aglutinen pensamientos e ideas y hagan de la ideología una fuerza motriz para tirar de la sociedad. Hacen falta, sí. Ahora, lo que no me gusta a mí son los fundamentalismos.

P. ¿No está harto de oír hablar de Zidane?

R. La verdad es que afortunadamente he pasado bastante tiempo fuera y no he llegado a saturarme. En verano apenas presto atención a las noticias de deporte porque son bastante sensacionalistas.

P. En una ocasión ofreció una charla a un grupo de empresarios...

R. Sí. Expliqué, sin pretender dar lecciones, mi experiencia. No se durmieron.

P. ¿Existen castas entre los entrenadores?

R. No creo, no. La profesión ha cambiado. Antes, el entrenador aglutinaba casi todo, pero ahora maneja menos parcelas de club para dedicarse más a lo suyo: a entrenar, a que las cosas no chirríen, a moderar, a que los discursos sean equilibrados, prudentes y a no tocar otras áreas. Todo es mucho más profesional, lo que ha ido eliminando las castas.

P. ¿Qué funciona mejor, la mano dura o la sutileza?

R. No hay una medida. Decían lo del palo y la zanahoria, pero yo creo que lo ideal es aplicar el sentido común. Cuando más sentido común, menos tienes que intervenir. Si tiene que intervenir el entrenador, mala cosa. Es síntoma de que el grupo no marcha por sí mismo.

P. Se vende a los entrenadores como grandes estrategas. ¿Es para tanto?

R. No, qué va. Yo no creo en eso. El entrenador, cuanto más minucioso, mejor, y debe estar alrededor del juego, pero la libertad de movimiento de los futbolistas tiene mucho que ver en los resultados. Yo me manifiesto claramente a favor de que el futbolista, siguiendo unas directrices lógicas de distribución sobre el campo, se maneje como mejor sepa. Donde no esté la precisión del pase o del tiro, la movilidad o la velocidad y la voluntad no hay estrategia que valga. Sin esto, tendría que meter una barra de futbolín desde el vestuario para dirigirles.

P. ¿Cómo se capea un motín en el vestuario?

R. Supongo que anticipando. Supongo, porque yo nunca he padecido uno.

P. ¿Se le ve un techo al fenómeno del fútbol?

R. Un juego tan universalizado podrá tener algún altibajo, sobre todo desde lo económico. Pero en lo que se refiere al juego en sí, no creo. Es un deporte que aglutina muchos sentimientos, ilusiones, que está bastante bien reglamentado y esto le preserva de catástrofes. Yo creo que goza de muy buena salud salvo el lunar de la dependencia que tiene con los medios de comunicación y con la televisión, sobre todo. Por ahí pueden llegar los problemas.

P. ¿El entrenador estudia para no oxidarse, para reciclarse?

R. Esto es tarea de reflexionar y observar a diario, también de poner en práctica cosas. Ésa es la dinámica. En el momento en el que tus experiencias no sirvan, lo mejor es marcharse a casa.

P. ¿Es lo que quería ser?

R. Sí. Yo elegí esta profesión, estoy contento, soy de los privilegiados. Podría estar viviendo de otra cosa, pero a los 35 decidí probar a ver si servía para entrenar.

P. ¿Qué se hace con un jugador quejica?

R. Seguramente no valdrá para futbolista, pero de esos no hay, o más bien pocos.

P. ¿Y con Djalminha?

R. Supongo que jugaría casi todos los partidos.

P. ¿No fichar por el Valencia, es un acto de cobardía?

R. No, es renovar mi contrato con el Alavés.

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