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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Homofobia eclesial

El taller de Alava de la corriente Somos Iglesia ha sentido tristeza y vergüenza ajena ante las desafortunadas palabras del obispo Asurmendi respecto al matrimonio entre gays (parece olvidar a las lesbianas). La sociedad evoluciona pero el aggiornamiento no llega a la Iglesia cuando sigue manteniendo un discurso reduccionista y excluyente, que presenta el modelo patriarcal de familia como el único existente a lo largo de la historia.

Dice el obispo que las uniones homosexuales (se entiende 'entre varones'), amenazan el bien social de la familia. Lo mismo podría decirse del clero, que, al no procrear, tampoco crea núcleos familiares y se cierra al don de la vida. Sigue viva en la Iglesia la homofobia que anatematiza todo aquello que cuestiona la norma heterosexista establecida. Aparentemente acepta a la persona homosexual, pero en el día a día dice no a sus comportamientos, a su visibilidad. La jerarquía maquilla el desprecio que siente hacia los homosexuales con palabras como 'misericordia' y 'condescendencia', creando diferentes estratos de dignidad: cristianos de primera, de segunda y excluidos.

Es curioso el proceso de elaboración de la moral católica, en el que, por ejemplo, queda excluido el 50% de la comunidad (las mujeres). La jerarquía se convierte, así, en una minoría de solteros que elaboran una moralidad de eunucos al centrar la pecaminosidad del comportamiento humano en aquello que les está vedado: el sexo. Pensamos que sí existen normas morales para las relaciones sexuales, así, por ejemplo, la de cuidar el amor, el respeto mutuo, la libertad de expresarse con el cuerpo, el gozo de vivir la sexualidad como un regalo de Dios, como expresión de su ternura.

Cuando se admita la pluralidad antropológica de sexualidades, vivencias, modelos de familia, se podrá hablar de una antropología integradora y adecuada a la realidad social que vivimos. Mientras tanto, nuestra sociedad se encuentra sin la palabra de amor de la Iglesia.

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