No da igual
El pasado día 14 de agosto leí en su periódico un texto titulado Coplas con sabor balcánico. Por un lado, me alegró el saber que hay gente culta entre nosotros, los inmigrantes, y que no todos llegamos en pateras; por otro lado, me sorprendió ver que en dicho texto se insistía en que el señor Emir Kusturica es serbobosnio. Para enriquecer nuestra cultura bosnia me gustaría escribir ahora que Cervantes es bosnio, y que Velázquez nació en Sarajevo. Pero las cosas no son así.
El director de cine más grande que tenemos, Emir Kusturica, es bosniomusulmán. Si pensara como cualquier español puede hacerlo, y leyera esta carta como muchos de vosotros estaréis haciendo, diría 'qué más da', pero nuestras heridas están todavía abiertas y son muy profundas.
Puede ser que aun teniendo la nacionalidad española, todavía pienso como un bosnio y cada lapsus me parece mucho más grave de lo que en realidad es, pero es que todavía estoy buscando la respuesta a los crímenes que cometieron los serbios en Bosnia y espero que cualquiera, bien sea político, músico, autodidacta o pintor, pida disculpas por lo acontecido para conseguir su gran Serbia, por lo menos para la Srebranica. Ocho mil civiles, ocho mil vidas, ocho mil historias. Toda esta gente ha sido asesinada en sólo cinco días. Me pregunto si el genocidio lo hubiéramos cometido nosotros, los bosnios, ¿cómo me sentiría? Es difícil de imaginar, pero si hubiera ocurrido, estoy seguro de que encontraría la manera de pronunciarme contra estos genocidios. Creo que ésta es la respuesta a la pregunta del señor Ducan de 'cómo se puede criminalizar a un pueblo entero'.
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