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ASTE NAGUSIA

Las sandalias no son para las fiestas

Aviso a navegantes. El Arenal ni de noche ni de día es un lugar idóneo para andar con sandalias. Verán, cuando se esconde el sol, litros y litros de kalimotxo y cerveza, las bebidas más consumidas en la Aste Nagusia, se van cayendo sin querer y forman en el suelo una pequeña masa ideal para el desarrollo de los hongos. Y aunque antes de que amanezca se afanan los basureros en limpiar, las escobas no les bastan, así que recurren al manguerazo o a esas modernas máquinas que mientras andan van chorreando agua con desinfectante. Al final, la verdad es que queda limpio, pero entre tanto líquido y tanto adoquín roto y desencajado, hay bastantes charcos, por no hablar de ríos.

Bien lo saben los punkis, cuya estética no incluye las sandalias, y que se salvan con sus botas de los riachuelos de agua diurnos y de los de porquería nocturnos. Esta población nómada se ha convertido en parte de la flora y fauna de la Aste Nagusia. Por la mañana dormirán impertérritos en los jardines de El Arenal, mientras los efluvios del guisado de conejo se vayan extendiendo por El Arenal a partir de las nueve de la mañana, y los ajedrecistas tomen posiciones una hora después. Seguro que tampoco les despertará ni el txupin, ni la diana de txistularis y gaiteros que acompañan el pasacalles de gigantes y cabezudos a las once.

Los Txikis cantan

Al otro lado de la ría, entre las variadas variadas especies arbóreas que habitan en el parque de Doña Casilda, allí donde no abundan crestas ni cadenas, sonarán a mediodía bilbainadas chirenes con Los Txikis, nombre que nada tiene que ver con su edad. Junto al escenario de La Pérgola reina el label de calidad. Allí, la Federación de Asociaciones de Agricultura de Montaña y el Departamento vizcaíno de Agricultura ofrecen lo mejor del caserío en una carpa de 350 metros cuadrados en la que se pueden degustar desde pimientos de Gernika hasta carne a la brasa.

Después de comer, e incluso tras una merecida siesta, -que las fiestas también cansan-, el programa incluye la tradicional Criterium Ciclista, que surcará la Gran Vía a partir de las seis y media. Una hora después, se puede empezar a mover el esqueleto al ritmo de txistu y tamboril, por qué no, y marcarse unas danzas vascas en la Plaza Nueva para terminar con el Baile de la era. Esto último, para los que no opten por el recital lírico que ofrecerán a las ocho y cuarto, en La Encarnación, la cantante Marta Knörr acompañada al piano por Aurelio Viriby. Por cierto, hoy los fuegos prometen, que son italianos.

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