Detenido el atracador de una administración de lotería que intentó huir en taxi tras perder parte del botín

Dos policías municipales detuvieron ayer a Diego G. S., de 30 años, cuando acababa de atracar una administración de lotería de la calle de San Millán número 2, en el distrito de Centro. El supuesto ladrón, que engañó a la lotera, de 73 años, se hizo con un botín de 2,8 millones de pesetas, pero nada más salir del establecimiento se le cayeron 800.000 pesetas, según informó un portavoz de la Policía Municipal.

El atraco se produjo a las 11.00, cuando Diego G. S. entró en la administración. Le dijo a la lotera, Concepción I. A., que le dejara una escoba y un recogedor para quitar la basura que se le había caído. La dependienta accedió y le entregó los utensilios de limpieza. En ese momento, el supuesto ladrón la tiró al suelo y entró en el interior de la administración. Allí se apoderó de los millones y salió andando.

Un hombre que estaba en la calle se dio cuenta del atraco y le siguió hasta la calle Mayor, donde, a la altura del número 37, alertó a una pareja de policías municipales. Éstos persiguieron al delincuente, que se subió a un taxi. El conductor se vio obligado a parar el vehículo por un atasco y, en ese instante, los agentes obligaron a Diego G. S. a bajarse del vehículo. El ladrón opuso resistencia e intentó huir a la carrera, pero a los pocos metros fue detenido por los policías.

El presunto atracador se había metido los dos millones de pesetas en el calzoncillo, según explicó el portavoz policial. El detenido, que estaba buscado por el juzgado número 10 de lo penal de Barcelona, fue trasladado a la comisaría de Centro, desde donde hoy pasará a disposición judicial.

La lotera fue atendida por otra pareja de la policía de un ataque de nervios y de golpes por el cuerpo. A pesar del atraco, abrió por la tarde para atender a los clientes abonados a un número y 'para no dejarles sin premio', según comentó a Efe. Este incidente es un motivo más, declaró Concepción I. A., para plantearse la jubilación, después de regentar durante 47 años la administración número 24 de la capital. La dependienta reconoció su imprudencia por no haber echado el pestillo de la puerta acristalada interior de la administración.