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Crónica:BALONCESTO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Kobe Bryant, el juguete preferido del 'circo'

El escolta de Los Lakers sigue paso a paso el 'show' exagerado con el que Adidas trata de explotar su imagen

Está tranquilo Berlín; inopinadamente tranquilo, apenas unos días después de sus festejos históricos. Es un día apacible, luce el sol y, a diferencia de lo que suele ocurrir, incluso los turistas parecen escasos en una ciudad que se revela inmensa. Una cola de las que uno piensa que aún podría soportar espera estoicamente acceder al Reichstag. Unos pocos turistas intentan desnudar la puerta de Brandemburgo, en restauración y cubierta con una tela que acerca monumentos de ensoñadoras ciudades. Y unos cuantos metros más allá, en una zona en continua rehabilitación, se observa un pequeño revuelo. Algunos curiosos se han detenido ante el Newton, uno de los cafés más chic de la parte este de la ciudad. No por sus cócteles, ni siquiera por su peculiar decoración años ochenta, sino por lo que podría considerarse casi como una aparición. Súbitamente, como surgida de la nada, la figura inmensa del bicampeón de la NBA, Kobe Bryant, accede al bar. Enfundado en negro, y rodeado por media docena de gorilas, se dirige a un taburete situado en una tarima en el interior del bar. El show ya puede comenzar.

El escolta del Los Angeles Lakers ha venido a presentar su nueva colección. ¡Que no salte la alarma! No ha cambiado la canasta por la pasarela. Bryant, simplemente, ha dado un paso más en su colaboración con Adidas, la marca que le patrocina. Si el año pasado se inició participando en el diseño de sus innovadoras zapatillas, éste se ha atrevido con toda una colección de ropa deportiva. 'Mi preferido es el blanco', dice Kobe en alusión a un conjunto de cazadora y pantalón de piel blanca, imitando el estilo motorista. 'Y después, los pantalones con imán. ¡Son fantásticos!'. Se refiere a unos llamativos pantalones de chándal que han mudado los botones laterales por imanes que facilitan su abertura. En la calle, en una pequeña pasarela montada para la ocasión, seis modelos lucen su colección. Sin embargo, el espectáculo no está en la ropa, sino en el circo que rodea a la estrella. El segundo anillo de la NBA que Bryant luce en la mano -el tercero, plateado y de brillantes, es el de casado- ha operado sustanciosos cambios en el entorno del jugador. Adidas, en su afán por que su estrella ocupe el trono vacante dejado por el incomparable Michael Jordan, patrocinado por Nike, la marca rival, se ha propuesto magnificar la imagen de Kobe hasta límites insospechados. A sus 22 años, con dos campeonatos de la mejor liga del mundo conquistados, el escolta del Lakers va camino de convertirse en una fuente de ingresos semejante a lo que fueron Jordan o Magic.

Visto lo sucedido en Pekín y Berlín, las dos ciudades visitadas en su gira por Asia y Europa, difícilmente se podría pensar en ver repetidas las imágenes de hace apenas un año, cuando el escolta del Lakers se paseaba tranquilamente por Barcelona con la única compañía de su ahora esposa.

En Berlín, además del numeroso séquito de su marca deportiva, media docena de guardaespaldas no se separaron del jugador. Cierto es que las escenas en China, el pasado 12 de agosto, rozaron lo surrealista. Algunos de los más de 1.000 seguidores que esperaban al jugador la emprendieron con la policía china tras conocer la suspensión de uno de los actos que Kobe debía protagonizar. Adidas dijo entonces que las autoridades habían impedido la entrada del coche del jugador para evitar un colapso.

Pero nada semejante se podía repetir en Berlín. La presencia del bicampeón de la NBA pasó absolutamente inadvertida para una ciudad ajena al baloncesto. El departamento de mercadotecnia de Adidas decidió concederle un peculiar carácter de exclusividad. Apenas una veintena de periodistas y fotógrafos -entre ellos EL PAÍS-, llegados desde Inglaterra, Holanda, Alemania, Italia y España, conocían la presencia de Kobe y podrían entrevistarle, gracias a una exclusiva invitación. Sin embargo, lo que se prometía como una amena charla con el escolta del Lakers se convirtió en un fugaz encuentro escrutado por el ojo avizor de los escoltas y controlado por el responsable de prensa de la marca. La simpatía y cordialidad esgrimidas por el jugador se diluyeron bajo la cuestionable labor de su séquito, que escatimó hasta lo impensable preguntas, fotos y tiempo. Kobe apenas si necesitaba pensar; su séquito decidía y actuaba por él.

Aprovechando la imagen de chico díscolo que Kobe suele mostrar en la cancha, los responsables de prensa de su marca deciden cómo, cuándo y dónde el invitado puede acceder al jugador. El resto es labor de los escoltas. Los gorilas trazan el aura que limita la invasión del espacio de la estrella. Y el cerco es, sin lugar a dudas, excesivamente estrecho, máxime cuando se trata de actos a cuyo acceso se tiene derecho mediante invitación exclusiva. '¿Cómo justificar este viaje si ni siquiera he sacado una buena foto?', se lamentaba un fotógrafo italiano tras ser sacado a empellones por los guardaespaldas de un local reservado para la prensa. Mientras Kobe intentaba departir con alguno de los presentes, su séquito había decidido que el tiempo de las fotos y las preguntas -hechas, antes del desfile por un presentador contratado por Adidas- se había terminado. Tal como había llegado, repartiendo sonrisas y saludos pero con su Mercedes escoltado por delante y por detrás, la estrella del Lakers se retiró. A cinco minutos a pie se encontraba su hotel, con la constante presencia a la puerta de uno de sus gorilas acompañando al oso berlinés.

Kobe Bryant, en septiembre pasado en Barcelona.
Kobe Bryant, en septiembre pasado en Barcelona.VICENS GIMÉNEZ

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