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Reportaje:

Una trinchera intergeneracional

El movimiento andaluz antiglobalización une a viejos militantes y jóvenes activistas

Tereixa Constenla

Una vez lo encarcelaron por su compromiso político. José María Delgado tenía unos 18 años y el carné de militante del PCE, unas siglas demonizadas y prohibidas en aquella España de 1972. Operario de la empresa CASA, 52 años, Delgado es hoy uno de los activistas andaluces que batallan contra el neoliberalismo desde las filas de la Asociación por una Tasa a las Transacciones Financieras Especulativas para Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC), una organización impulsada, entre otros, por el director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, para promover 'el control democrático del sistema financiero mundial'.

La batalla contra la globalización económica está aunando a viejos resistentes y nuevos luchadores, que coinciden en rechazar el modelo neoliberal por consagrar la exclusión social, reforzar las desigualdades entre Norte y Sur y dar rienda suelta a la cara más descarnada del capitalismo. 'No es contra la globalización, que es inherente al sistema capitalista, nosotros luchamos contra el propio sistema a favor de una globalización diferente', aclara Javier García, sevillano, de 32 años. Junto a otros compañeros, promovió el pasado otoño la creación en Sevilla del Movimiento de Resistencia Global (MRG), al que se han sumado varios colectivos y que agrupa unas 150 personas. Se han negado a crear una estructura jerárquica, rehuyen los personalismos (de ahí que García no figure en la fotografía de este artículo) y toman las decisiones de un modo asambleario. 'La prueba de que lo hacemos bien es que no hemos necesitado votar desde que se montó', apostilla.

Javier García no es un recién llegado a los movimientos alternativos: pertenece a Izquierda Revolucionaria, integrado en el Colectivo de Unidad de los Trabajadores (CUT), a su vez englobado en Izquierda Unida. De forma natural, los militantes de izquierdas están desembocando en el movimiento contra la globalización económica que, en opinión de García, está ocupando 'el tremendo vacío' generado por partidos y sindicatos tradicionales. 'Después de la caída del telón de acero, ha desaparecido el contrapeso, éste es un movimiento defensivo frente al capitalismo bárbaro', aduce José María Delgado.

En esta trinchera que reclama una globalización solidaria se juntan un sinfín de colectivos y organizaciones, donde vuelven a coincidir clásicos del ecologismo, la política, el feminismo o el sindicalismo con siglas novedosas creadas conforme avanzaba la internacionalización económica. La informática Lucía Villar, de 33 años, se integró en la Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda Externa (RCADE) a partir de la consulta popular organizada durante las elecciones generales de marzo de 2000. Más de un millón de españoles votaron a favor de la iniciativa, que el Gobierno desoyó, pero Villar destaca su valor como 'precedente de democracia participativa'.

Esta red no es una ONG. 'Ni hacemos proyectos ni pedimos subvenciones', aclara Sergio Alcina, 32 años, licenciado en Filosofía y Filología Hispánica, vocal de la Coordinadora Andaluza de ONG para el Desarrollo. Ya tiene representación en las ocho provincias, tal vez porque ha cuajado el mensaje de la consulta popular y porque comienzan a juntarse todos los que antes 'hacían la guerra por su cuenta', en palabras de Alcina.

Los colectivos no son homogéneos, pero 'si rascas ves que tienen intereses comunes', concluye Alcina. El objetivo de RCADE es bien concreto (la abolición de la deuda externa), al igual que ATTAC pelea con ahínco por lograr la llamada tasa Tobin. De los 75 socios registrados en Andalucía en ATTAC, más de la mitad residen en Córdoba y Málaga, las dos provincias donde se ha desarrollado más el movimiento, que carece de implantación en Huelva y Almería. A Antonio García, de 43 años, maestro en Coín (Málaga), integrante de la directiva andaluza de ATTAC, le sedujo esa concreción de objetivos: 'Hacer pequeñas cosas por una cosita, erre que erre'.

A diferencia de los dos anteriores, el MRG, que cuenta con grupos en todas las provincias andaluzas a excepción de Huelva, es un movimiento social con amplias metas ideológicas. Defiende la 'desobediencia civil', la democracia 'directa' y una resistencia global, 'como lo es el capital', para construir sociedades 'nuevas'. Su acción más efectista fue el pasado 23 de octubre en la Universidad Pablo de Olavide para boicotear al Banco Mundial, pero también han participado en encierros de solidaridad con los inmigrantes o en movilizaciones contra el consumismo navideño.

José María Delgado, del colectivo ATTAC, y Lucía Villar, de RCADE, en Sevilla.
José María Delgado, del colectivo ATTAC, y Lucía Villar, de RCADE, en Sevilla.PABLO JULIÁ

Protestas sin violencia

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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