Ensayos del futuro
Lo de Nati Abascal ha hecho que llueva sobre mojado en mi corazón, en los últimos días. Aunque, en cierto modo, gracias a esta refinada mujer he logrado olvidarme un poco del bochorno de esa terrible historia de negros perseguidos y capturados por la policía de mi ciudad. No pongan cara rara. Son negros ¿o no lo son? Les tratamos como a negros, ¿o no? Pues llamémoslos negros, incluso negros de mierda. El lenguaje políticamente correcto, para quien se lo trabaja con un comportamiento humanamente correcto.
Es decir, que por mucho que a los inmigrantes que han dormido al raso en mi ciudad se les haya acorralado y detenido en la plaza finamente bautizada como de André Malraux (a cuyo nombre, por cierto, existen varios colegios en el Tercer Mundo, uno en Burkina Faso, concretamente), en realidad es como si se les hubiera capturado en un jardín dedicado a la memoria del que arrancó a Kunta Kinte de su tierra y lo vendió como esclavo.
A los inmigrantes subsaharianos les han acorralado en la plaza finamente llamada de André Malraux, pero es como si se les hubiera capturado en un jardín dedicado a la memoria del que vendió como esclavo a Kunta Kinte Ensayos del futuro
Por otra parte, aunque me dé mala conciencia confesarlo, a mí me encanta ver lo bien que funciona la policía. Claro que me gustaría mucho más que su eficacia se produjera para reducir a los esbirros de la calle barroca (perdonen, pero hay temas de cuyo nombre auténtico nunca me acuerdo: por eso a lo de las vacas manipuladas en su variante humana lo llamo la enfermedad de la sonata a Kreutzer; cosas de la edad), pero a lo mejor es que, antes de acabar con la plaga de la violencia callejera, nuestros agentes ensayan acorralando negros.
Arthur Koestler escribió en alguna parte de su autobiografía que le resultaba incomprensible que los gobernantes de la Europa que le tocó vivir, entre guerras mundiales, fueran incapaces de comprender la magnitud de lo que se les venía. Bueno, debe de ser un mal crónico. Parece que los que ahora mandan no tienen ni idea de cómo afrontar los dos grandes temas que van a mantenernos ocupados, y posiblemente avergonzados, en los próximos decenios: la inmigración masiva y la cada vez más amplia oposición al actual estado de cosas, expresada por una gran parte de la juventud. Ambos fenómenos nos van a pillar en bragas, nos están pillando.
Como no quiero obsesionarme con ello, me entrego a otra más inocua obsesión: la gemelez. Todo empezó, como les he dicho al principio, a causa de Nati Abascal. Me he enterado de que la ex mujer del difunto duque de Feria, como no pudo asistir a sus exequias por hallarse de vacaciones en Bali, utilizó una inteligente a la par que atrevida estratagema: envió en su lugar a su hermana gemela, que se llama Ana y es clavadita a ella, pero en sufrido. Yo no tenía ni idea de que la Abascal estaba reproducida por un lado. Me puse a investigar, y una cosa me condujo a la siguiente, a saber, que George W. Bush también tiene hijas gemelas, que Margaret Thatcher es madre de ídems, y que incluso hay por ahí algún pariente Kennedy proclive a engendrar de dos en dos, con la consiguiente tentación de utilizarlos para duplicarse e incluso perpetuarse; aunque el caso Kennedy me preocupa menos, porque creo que podemos contar con la probada ineptitud del ángel de la guarda de la familia. Pero imaginen que pasan los años y siempre hay un Bush o una Busha al mando del planeta.
Entiéndanme bien: los gemelos, como la ley y la policía, no son en sí mismos ni buenos ni malos, incluso podríamos decir que son necesarios. Otra cosa es el uso que se haga. Es como ese ordenador que acaban de poner en marcha entre el Gobierno de Estados Unidos e IBM, que es la leche de ordenador, y que lo van a destinar a simular explosiones nucleares, según he podido entender. Y digo yo: ¿por qué quieren simular explosiones nucleares mediante ordenador si no es para realizar, más adelante y con mayor garantía, explosiones nucleares auténticas?
Es justo este carácter de ensayo previo lo que me preocupa de la operación de agemelamiento entre Barcelona y la Atlanta del Ku Klux Klan y de la señorita Escarlata que ha tenido lugar en mi ciudad.
Lo de Nati Abascal, pensándolo bien, es posible que no empeore mucho todo lo demás.
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