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Tinto de verano | GENTE
Columna
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¿VAMOS A MÁS?

Elvira Lindo

No quiero que se entienda que en esta columna sólo se abordan temas culturales, no, por Dios, no quiero que ustedes se hagan una imagen de mí como persona pedante o altiva. Soy extremadamente sencilla, a veces simple. Pero me saltó la alarma después de leer el titular con el que este periódico presentaba el pasado martes mi sección en primera página:

'Elvira Lindo habla con su suegro de la muerte de la novela'.

Realmente, el titular impresiona. En casa nos dejó sin habla. A mi suegro le ha afectado, dado que él no se había visto nunca en un titular de un periódico, y ha provocado ciertamente en el hogar de pensionista de Lopagán, donde mi suegro, como tantos suegros, se da los baños de barro, un interés inaudito entre los abuelos, que le han propuesto a mi padre político que les imparta una conferencia con el siguiente título: '¿Podemos hacer algo nosotros por evitar la muerte de la novela?'. Después de la conferencia hay programado un baile y una piñata que han llenado, simbólicamente, de novelas de Lafuente Estefanía, Corín Tellado y en ese plan, y no han elegido ese tipo de novelas porque sean las más leídas, sino porque son las que menos pesan. Mi suegro, barriendo para casa, había propuesto que se metieran en la piñata las novelas ganadoras del Planeta, pero una abuela ilustrada apuntó que te cae, un suponer, El jinete polaco, a la cabeza a una distancia de metro y medio, que es donde está colgada la piñata, y en caída libre y te abre un socavón tal vez irreparable, y no conviene tampoco que lo que ha comenzado como una hermosa fiesta cultural reivindicativa acabe con un anciano descalabrado. Mi suegro me ha pedido que me haga eco de la convocatoria, y eso hago, eso sí, me ha dicho que la entrada a la conferencia es libre, pero que luego al baile y a la rifa sólo se pueden quedar los socios (se refiere a los que tengan carné del Inserso).

Con todo esto quiero decir que, no estoy diciendo que sea por mi artículo, pero algo se está moviendo, y no ya en las universidades de verano, sino en la calle. Por lo que leo, en dichas universidades se pueden pasar una mañana debatiendo sobre si la protagonista de La Regenta llegó a tirarse o no a Don Álvaro Mesía y si había habido finalmente penetración. Ya sé que dado que estamos en época estival hay que aligerar las cosas, pero a mí, en vez de hablar de Anita Ozores, se me había representado que hablaban de Carmina Ordóñez y su actual churri, y claro, si se ponen las cosas a ese nivel encuentro más preparados a Luis Mariñas o Karmele Marchante que a Ramón Tamames y esos expertos filólogos que le escoltaban, y lo digo sin acritud, que sé que anda por ahí una escritora que me tiene ojeriza diciendo que aunque parece que lo digo en tono de broma en el fondo estoy bastante resentida con el mundo académico. Y eso no. Esto es crítica constructiva, que es lo que falta en España. Dejando a un lado la falsa modestia diré que yo he conseguido, emulando a Sartre, llevar a la calle una polémica que hasta ahora sólo había estado en boca de los arrogantes santones literarios. Puede que el mundo cultural haga caso omiso una vez más a mis palabras (en eso estoy tan quemada como Goytisolo). Y puede que abran antes a mi suegro las puertas de Babelia que a mí. Sólo por joderme.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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