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Medio centenar de aviones de EE UU y Reino Unido bombardean el sur de Irak

Las autoridades de Bagdad aseguran que el ataque provocó un muerto y once heridos

Enric González

De los aproximadamente cincuenta aparatos empleados en la enésima operación de castigo contra Irak, una veintena eran cazabombarderos que utilizaron bombas y misiles de precisión, guiados por satélites de espionaje; el resto de los aviones desempeñaron funciones de escolta y apoyo. Los vuelos partieron desde el portaaviones Enterprise, estacionado en el golfo Pérsico, y desde bases en Arabia Saudí, horas después de que un avión de reconocimiento estadounidense que patrullaba la zona de exclusión al norte de Irak fuera atacado con misiles tierra-aire que no le alcanzaron. Un portavoz del Pentágono explicó que el bombardeo no era una represalia por ese incidente, sino una respuesta general a las crecientes amenazas de las fuerzas antiaéreas iraquíes contra los vuelos de vigilancia.

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'Todos los objetivos atacados contribuían a la eficacia de las defensas antiaéreas iraquíes', dijo el teniente coronel Steve Campbell, portavoz del Pentágono. Las bombas estadounidenses y británicas cayeron poco después del mediodía (once de la mañana, hora peninsular española) sobre un radar de largo alcance, una batería de lanzamiento de misiles tierra-aire y, sobre todo, un centro de comunicaciones militares que, según Washington, constituía el centro neurálgico de una red de fibra óptica instalada por técnicos chinos.

El presidente George Bush ha hablado con frecuencia, en las últimas semanas, de la 'amenaza' que supone la permanencia de Sadam Husein como máximo dirigente iraquí. Lo ha hecho en un doble contexto, el energético -para justificar la sustitución del petróleo que EE UU importa de Irak por petróleo doméstico extraído del santuario natural ártico de Alaska- y el militar -para justificar la persistencia de las zonas de exclusion, una década después del alto el fuego en la guerra del Golfo-. El pasado 3 de agosto, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, anunció que Irak había reconstruido las instalaciones destruidas cerca de Bagdad en el ataque masivo del 16 de febrero y dio a entender la inminencia de nuevos ataques.

Los bombardeos a pequeña escala siguen siendo frecuentes. El más reciente fue lanzado el pasado martes, tras tres semanas de relativa tranquilidad, contra una batería antiaérea situada cerca de Mosul, al norte de Irak. Al día siguiente, con ocasión del decimotercer aniversario del fin de la guerra Irán-Irak, Sadam Husein pronunció un discurso en el que conminó a las autoridades de Washington y Londres a retirar sus tropas del golfo Pérsico 'por su propio bien'.

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Un enviado del presidente de Rusia, Vladímir Putin, visitó Bagdad el pasado martes y declaró que el Kremlin se oponía a 'las agresiones contra Irak'. El enviado, Nikolái Kartuzov, afirmó que Rusia rechazaba 'la continuación de las sanciones y los ataques casi diarios contra Irak por parte de aviones estadounidenses y británicos'. A principios de julio, Rusia impidió que el Consejo de Seguridad revisara el régimen de sanciones contra Irak, vigente desde la invasión de Kuwait, en agosto de 1990.

Irak nunca ha reconocido como legítimas las zonas de exclusión (de espacio aéreo vedadas a sus vuelos) creadas por Washington y Londres al sur (paralelo 33) y al norte (paralelo 36) del país, tras la guerra del Golfo, con el fin de proteger a las minorías shií y kurda. Desde 1998, cuando se lanzó el último ataque contra la capital, Bagdad, 353 personas han muerto por los ataques aéreos angloamericanos.

Amenaza global

Estados Unidos y sus aliados británicos justifican la permanencia de las 'zonas de exclusion' por la 'amenaza global' que, en recientes palabras de George Bush, supone el régimen iraquí. Los ataques, a su vez, se justifican por 'la necesidad de proteger a los pilotos que patrullan las zonas de exclusion', según explicó ayer un portavoz de la Casa Blanca.

Bush comentó el pasado martes que los ataques aéreos contra Irak no requieren su autorización, 'salvo, por supuesto, si se dirigen contra Bagdad'. 'Los jefes militares pueden tomar las decisiones que consideren oportunas para proteger a sus pilotos', dijo, 'y ese tipo de misión [el bombardeo] está contemplado en los planes de guerra aliados'. El presidente de Estados Unidos, de vacaciones en su rancho de Tejas, fue informado el jueves por la noche de la inminencia de un ataque a gran escala.

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