Ni listos ni santos
Ante una moral rígida la inteligencia nunca saldrá ilesa, y viceversa. Inteligencia y moral son grandes fieras que sólo se enfrentan en las charlas apasionadas de los niños y en otras pesadillas. No son reales.
Un ejemplo entre mil: Un abolicionista del toreo ¿debería aceptar la supresión de esa actividad, escalonada en cinco años, o debería negarse a negociar mientras no se le garantizara la inmediata supresión del toreo? Este tipo de dilema es bárbaro y ancestral, pero inagotable, ser puros mientras matan a todos, o salvar a casi todos siendo impuros por dejar morir a unos pocos.
Negociar siempre es perder algo de la moral inmarcesible o del beneficio total. No negociar es catástrofe sin fin. Pues así pasa con todo, de las pateras a ETA, de la droga al armamento, de las epidemias a los planes de estudios.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.