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Tinto de verano
Columna
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LOS TRES CERDITOS

Elvira Lindo

Creo que tenemos un nivel aceptable de intercomunicación con nuestros tres pequeños. Nuestros pequeños son ya más altos que mi santo, tienen las piernas terriblemente peludas y comen como brontosaurios; mas en el fondo, sus cerebros siguen siendo los de aquellos chiquillos a los que cantábamos Los cochinitos. Pero se podría decir que el nivel de nuestras conversaciones es bastante alto. El otro día, mientras mi santo les hablaba en el monasterio de El Escorial de la compleja personalidad de Felipe II, uno de ellos quiso aportar su granito de arena a la erudición paterna y dijo que los reyes antes no se machacaban, que como nacían tontos porque no hacían más que casarse con sus primas el Estado les ponía un secretario, que era el que cortaba el bacalao. Mi santo se le quedó mirando: '¿Y esa teoría?', y el niño: la he estudiado este año. 'Hijo mío, no te digo que no hubiera alguno tonto, pero seguro que tu profesor no te dijo que todos sin excepción'. El niño ya respondió a la defensiva: Sí que dijo que todos, pero yo qué sé, a mí no me digas nada, vas y le preguntas a mi profesor, si a mí me da igual. Es que siempre te pones...

Otras veces, como ayer, mientras estaban los tres ocupando los dos sofás del salón con sus seis zapatillorras sobre la mesa, y yo les pasaba la escoba por debajo, hablamos de sociología, les dije que ha salido una encuesta que dice que la mayoría de los adolescentes son machistas, que piensan que el trabajo de la casa lo tiene que hacer una mujer. Me miraron como si fuera una ingenua: 'Cómo te crees esas encuestas, si está demostrado que se las inventan'. Ellos no se sentían identificados con el estudio, ellos no ven mal que los hombres trabajen en la casa. Por ejemplo, ven estupendamente que mi santo haga la comida, porque son de la opinión de que la hace mejor que yo (y no te enfades, mami), o que friegue y ponga la mesa. No van a pensar por eso que su padre es menos hombre. Ah, digo. Me voy al jardín, donde mi santo está regando al hermano manzano: Cariño, pienso que de alguna forma a nuestros muchachos se les nota esta educación ilustrada que les estamos dando. Sí, me dice, son gente abierta, no hacen distinción de sexo entre sus criados. A veces bajo a su habitación. Encima de sus camitas, cada uno ha colocado fotos de sus tías preferidas. El más deportista tiene una foto de la Kournikova medio en bolas, y el más intelectual, ahora dice que lee a Camus (?), tiene otra de Cameron Díaz bastante tapada, me dice que los americanos son unos puritanos y me explica lo de la corrección política. Su contacto actual con mujeres de carne y hueso -por lo que sé- es escaso. Opinan de todo, pero como les preguntes algo personal se molestan enseguida. El otro día estaba leyendo yo en voz alta un estudio sobre drogas: que la juventud ha vuelto al porro y uno de cada cinco jóvenes fuma porros. Se hizo un silencio espeso. Este tema se ve que no les gustaba. Mi santo y yo nos los quedamos mirando: uno de ellos se puso a leer (inaudito), el otro se fue al váter (eso ya es más normal) y el tercero dijo: '¿Pero a mí qué me miráis, joé, siempre echándome la culpa de todo?'.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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