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Entrevista:JOAQUÍN ACHÚCARRO | Pianista | LA ENTREVISTA DEL VERANO

'Hoy en día el silencio es un lujo'

Pianista famoso desde que era un adolescente, el bilbaino Joaquín Achúcarro ha dado varias veces la vuelta al mundo con sus recitales y conciertos. Recientemente ha terminado una grabación sobre Ravel con la Orquesta de Euskadi.

Pregunta. Después de visitar 59 países ¿habrá llegado a apreciar los aeropuertos?

Respuesta. Pues hay algunos que están bien. A mí, cuando no tengo nada que hacer, me gusta ver a la gente de los aeropuertos. Las salas VIP tienen el inconveniente de que la gente se parece mucho. Es mejor pasear por un aeropuerto o sentarte en una silla y ver pasar a la gente.

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P. La música de los aeropuertos o de las salas VIP ¿le aburre, le solivianta, le entretiene?

R. Empiezo a pensar que debe haber una reacción contra las músicas ambientales. Del mismo modo que hay lugares de fumadores y de no fumadores, debería de haber lugares de música y lugares de silencio. El silencio, hoy en día, es un lujo. Vas a un restaurante y cuando llegas a los postres ya estás ronco. Cuando estaban haciendo el Palacio Euskalduna, su director, Jon Ortuzar, me dijo: '¿qué sugerencias tienes para el Palacio?' 'Dos cosas', le respondí. Una, que el piano pueda salir al escenario en menos de un minuto y otra, que el restaurante tenga la peor acústica posible.

P. Porque la música tiene su sitio y no tiene por qué estar en todos los sitios.

R. Mi problema es que cuando hay música no puedo no escuchar. Y eso hace que me pierda la mitad de lo que me están diciendo.

P. ¿Qué música oye cuando quiere hacer otra cosa?

R. Cuando quiero leer, no oigo música. Cuando quiero escuchar música la oigo, pero cuando quiero leer estoy en silencio. El silencio es un lujo. Piensa por ejemplo: en el día de hoy, qué momentos de silencio has tenido. Y, sin embargo, qué día sin música has podido tener. Vas en metro y hay música, vas al cine o al teatro y hay música, vas a un restaurante y tienes siempre música de fondo.

P. En un avión, ¿trabaja, lee?

R. En los aviones duermo, leo, veo las películas. Había un tiempo en el que se me hacían largos los viajes. Ahora ya no.

P. ¿El jet-lag ya lo tiene superado?

R. Cada vez más. Hay algún mecanismo que va aminorando el asunto. Pero el venir hacia el Este es peor que ir hacia el Oeste. Ir hacia el Oeste no tiene más problema que cuando te vas a la cama es como si hubieras ido a los sanfermines.

P. Sigue con el mismo piano.

R. Los pianos envejecen y entonces empeora el sonido. Estoy en el trance de tener que comprar un piano porque el que tengo está hecho unos zorros. No sé los años que llevo estudiando en ese piano. Tenía otro que se lo llevó una riada cuando estaba en un almacén.

P. La lectura es su otra pasión.

R. Sí, pero empiezo muchas cosas, luego descubro otras. No sé, son tantas cosas las que picoteo. Poesía, desde luego. Tenemos poetas como Juan Ramón Jiménez, Unamuno, Jorge Guillén, San Juan de la Cruz...

P. ¿La composición no le ha tentado?

R. Pues he compuesto el himno de Leioa (localidad vizcaína). Ahí es nada.

P. Pero los himnos en la música son siempre vilipendiados.

R. Procuré que fuese una cosa con calma, bonita y fácil de aprender de oído, que no hubiese que subir ni bajar mucho la voz.

P. ¿Usted es entonces un intérprete, en el sentido más sublime de la palabra?

R. Basta con poder vivir sin componer para no necesitar de la composición. Yo, sin embargo, no puedo estar sin tocar el piano. Ayer cuando terminé la grabación sobre Ravel, con la Orquesta de Euskadi, pensé 'ahora cinco días ni tocar el piano'. Y esta mañana ya estaba estudiando.

P. Sin música no se conci-be la vida. Sale por cualquier lado.

R. La música está dentro. Me pregunto si la música es algo fabricado por el hombre para pasar el tiempo o está tan dentro de él que tiene que salir. Yo creo que hay que optar por lo segundo. No ha habido ninguna cultura sin música.

P. La radio, por ejemplo, sin la música no existiría.

R. Pues no lo sé. Desde luego la radio no existiría sin el fútbol. En cualquier caso es impensable nada sin música. Una película sin música es casi impensable. Incluso en el cine mudo había un señor tocando el piano. La música provoca o excita un tipo de emociones que están ahí dentro.

P. ¿Qué es la física del piano?

R. Nada. Yo empecé a estudiar física en una época en la que uno tiene sueños y cree que puede cambiar el mundo. Pensaba que podía hacer físicas y piano y tener tiempo para nadar y hacer atletismo y sabe Dios cuantas cosas más. La realidad es otra. Así que la física se fue a hacer gárgaras enseguida. Probablemente, eso de la física del piano fue un curso normal y corriente al que había que inventarle un título. Existe la física del sonido, de los armónicos. El número de sonidos que se pueden obtener en un piano es superior al de las partidas de ajedrez que se pueden jugar en un tablero. Porque el número de partidas de ajedrez es un número finito y el de los sonidos del piano es infinito.

P. ¿El piano es el instrumento principal, el rey de la orquesta?

R. Sí. Yo creo que se ha ganado este puesto. Había un clavecinista que decía que era un instrumento vulgar. Un instrumento tan vulgar al que Chopin, Beethoven, Mozart o Schubert le han dedicado lo mejor de su producción. Luego algo debe de tener el instrumento. Que lo tiene.

P. Con Chopin y Mozart, nunca discute, porque al parecer siempre tienen razón.

R. Tiene algo que ver con el odio que Chopin tenía a Beethoven por sus disonancias. El oído de Chopin, que era tuberculoso (y se dice eso de tengo oído de tísico), percibía unas vibraciones muy altas y eso le hacía daño. Sin embargo, Beethoven, que era sordo, necesitaba esas disonancias para excitar su oído. Estoy especulando con la fisiología de dos grandes compositores. Entre la sordera de Beethoven y la hiperacusia de Chopin hay un mundo. A mí también me molestan las disonancias de Beethoven y he llegado a pensar que Beethoven deliberadamente lo quería o lo necesitaba.

P. Usted es músico por la paz, un título otorgado por la Unesco. ¿Qué música le pondría a un acuerdo de paz en Euskadi?

R. No se sabe por qué, pero la novena sinfonía de Beethoven, la Oda a la alegría, se está imponiendo por todo el mundo.

PERFIL

Joaquín Achúcarro nació en Bilbao en 1937 y con 14 años ya era una promesa del piano. Abandonó los estudios de Ciencias Físicas en Madrid para dedicarse íntegramente al piano. Amplió sus estudios musicales en Berna, Paris (Premio Gontaut Biron) y Siena. Ganó, en 1953, el Grand Prix del Concurso Internacional Viotti y de Vercelli. En 1959, ganó el concurso internacional de Liverpool y obtuvo la medalla Harriet Cohen, al mejor pianista joven del año tras su debú en 1960 en el Festival Hall con la London Simphony Orchestra. En el año 1990 fue nombrado responsable de la cátedra de Piano de la Universidad Metodista de Dallas. Comendador de la Orden de Isabel la Católica, ha recibido el Premio Nacional de Música (1992) y la Medalla de Oro del Mérito en las Bellas Artes (1995). Acaba de concluir la grabación de un disco sobre Ravel con la Orquesta de Euskadi.

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