Gescartera pagaba altísimos intereses con el dinero captado de los nuevos clientes
La CNMV no logra encontrar ni una peseta de 13.000 millones de la sociedad intervenida
La Comisión Nacional del Mercado de Valores decidió intervenir Gescartera y poner el caso en manos de los tribunales después de que esa agencia de valores le entregara un certificado bancario falso sobre dónde tenía depósitado el dinero de sus clientes. Los investigadores encontraron después que ese dinero, estimado en unos 20.000 millones de pesetas, no aparece en ningún sitio; que Gescartera no se dedicaba, como debía, a comprar y vender títulos de renta fija y variable a sus clientes sino que les ofrecía unos enigmáticos 'depósitos estructurados' por los que pagaba elevados intereses con dinero captado de nuevos clientes. Gescartera no podía ofrecer depósitos remunerados: ésa es una actividad bancaria.
En el despacho de Gescartera de la madrileña calle Moreto hace al menos un año que no se realizan operaciones reales en los mercados financieros. Antonio Rafael Camacho, el propietario de Gescartera y ahora encarcelado, estaba ya desviando el dinero hacia un destino que aún no se ha descubierto, pues los investigadores no han logrado encontrar ni una peseta del dinero que le confiaron sus clientes.
El mayor error de Camacho probablemente fue pedir que su sociedad de cartera se transformara en una agencia de valores, pues en este tipo de sociedad el control de la CNMV es mucho más estricto y sistemático. Las sociedades de cartera -lo que era Gescartera hasta febrero de este año- sólo pueden, por ley, gestionar de forma individualizada las órdenes de compraventa de acciones y renta fija que les transmiten sus clientes. Una agencia de valores, además, puede negociar por cuenta propia y participar en el aseguramiento de las suscripciones de emisiones de OPV (ofertas públicas de venta de acciones por salidas a Bolsa). Y unas operaciones más amplias requieren más vigilancia.
Informe de la intervención
El informe de los interventores de Gescartera Dinero AVSA, fechado el 2 pasado de julio, detalla cómo se descubrió el fiasco: 'Con fecha 13 y 14 de junio de 2001, fueron presentados a la CNMV certificados del Banco Santander y de La Caixa expresivos de la liquidez de clientes y que, según los mismos, se encontraba materializada en cuentas corrientes abiertas individualmete a nombre de los clientes'. Los interventores dudaron de la veracidad de esos certificados, intentaron contrastarlos con esas dos entidades bancarias y encontraron que eran rematadamente falsos: 'No habían sido emitidos por las mismas' y quedaba clara la 'inexistencia de los saldos o cuentas que en los mismos se expresaba'.
La pregunta ¿dónde está el dinero? sigue en busca de respuesta. Y 'a 27 de junio de 2001 se desconoce donde se encuentra depositada la liquidez de los clientes, por un importe total neto de 12.869 millones de pesetas', según el citado informe oficial. Después de esa fecha, los investigadores estiman que el agujero llega a unos 20.000 millones.
La operativa habitual de Gescartera es la segunda y no menos relevante parte del embrollo. Lo que ni las sociedades de cartera, ni las agencias de valores, ni siquiera las sociedades de valores pueden hacer es ofrecer a sus clientes depósitos a cambio de una rentabilidad pactada. Eso es una operación financiera y, como tal, debe hacerse en bancos y cajas de ahorro. Pero eso es, precisamente, lo que de forma preocupante encontraron los investigadores en Gescartera.
La mayor parte de los 2.300 clientes, cuyas cuentas investiga la Comisión, habían comprado un inexistente producto financieron denominado 'depósito estructurado de renta fija y/o variable'. No está claro qué puede ser tal cosa pero, según la investigación, no parecen ser otra cosa que depósitos de dinero contante y sonante con la promesa de pagos de un determinado tipo de interés, generalmente a corto plazo. Para abonar esos intereses, Camacho podía recurrir a dos vías: o utilizar una pequeña parte del principal que el propio cliente aportó o, lo que parece más habitual, pagar los intereses con la entrada de nuevos clientes. Para esa captación de clientes, Gescartera contaba con una amplia agenda de contactos en los mundos del espectáculo, la Iglesia y las asociaciones caritativas.
Uno de los detalles que llaman poderosamente la atención de esta sociedad es que no ha habido queja ni denuncia alguna por parte de los clientes. Los organismos de vigilancia y control de los mercados bursátiles, como la CNMV en España, suelen actuar después de que algún cliente insatisfecho haya presentado una queja o denuncia ante ellos. Nadie ha denunciado nada.
Operaciones ficticias
Algunos inversores de Gescartera, no obstante, no eran tan ingenuos como para comprar los 'depósitos estructurados' que inventó esta empresa. Para atender a quienes sí buscaban una referencias de sus inversiones, Camacho realizaba operaciones 'intravía' y operaciones ficticias de compraventa. Estas operaciones consistían en comprar y vender los valores el mismo día y responder únicamente por la diferencia entre el precio de adquisición y el de venta. Así podía justificar las operaciones mostrando a los inversores las compras realizadas, aunque ocultaba las ventas.
El dinero que entró en los últimos seis meses en Gescartera sirvió así para ir pagando los intereses de las imposiciones a plazo fijo, así como para atender los rescates que algunos, eventualmente, solicitaban. Por ejemplo, algo llevó a instituciones como la Seguridad Social de la Armada a retirar los 300 millones que tenía invertidos en Gescartera. Ayer un abogado de los afectados apuntaba que, posiblemente esta devolución fue factible por la entrada de 400 millones de los Asociación Pro Huérfanos de la Guardia Civil. Una típica operativa de pirámide financiera que oculta una gigantesca estafa.
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