_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El pegote de Mitre

El guión de la historia de la actuación municipal con relación al túnel de Mitre parece estar escrito por un equipo de fantasiosos y alocados guionistas sin otra pretensión que tener entretenidos a los ciudadanos de Barcelona durante más de tres años.

Hasta aquí se podría opinar si el guión es bueno o es malo, si nos gusta la obra o no nos gusta, si ha resultado útil o inútil para la movilidad de la ciudad, si su génesis obedece más a intereses privados o al interés público. Pero cuando lo que hay en juego es una utilización responsable o irresponsable de los recursos públicos, cuando hay una absoluta y flagrante carencia de cumplimiento de las promesas electorales, cuando se pone en duda la credibilidad de la institución del Ayuntamiento de Barcelona, cuando se firman convenios y acuerdos con los vecinos que después no se cumplen, cuando se tolera que miles y miles de ciudadanos pasemos cada día por el túnel de Mitre sin las medidas de seguridad adecuadas, es evidente que nos encontramos frente a una grave irresponsabilidad.

Cuando todo esto pasa es que el guión querido o sobrevenido de las obras del túnel de Mitre no responde a lo que tiene que ser una intervención en el espacio público desde cualquiera de los puntos de vista: desde el de la participación ciudadana, la planificación de la obra, la solvencia del proyecto, la calidad de la ejecución de la obra y la capacidad de calcular el coste de las obras.

El túnel de Mitre en su primera concepción tenía un presupuesto inferior a 1.000 millones de pesetas. Después de las intervenciones de este verano, la cifra se habrá multiplicado por cinco. Y esto pasa sin que ningún responsable municipal, ni político ni técnico haya reconocido que se han equivocado.

En un país normal, ninguno de los responsables políticos que hacen de técnicos y de los técnicos que hacen de políticos continuaría en su sitio, y aquí lo que hace el alcalde Clos es premiarles con nuevas áreas de responsabilidad. ¿Hasta cuándo esta ciudad tendrá que sufrir los caprichos de una programación de obras hecha exclusivamente por intereses electorales?

Jaume Ciurana Llevadot es portavoz del grupo municipal de CiU en el Ayuntamiento de Barcelona

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_