'Mis costillas sonaban como la madera al astillarse'
Los manifestantes detenidos en Génova durante la cumbre del G-8 van llegando por oleadas a sus países de origen a medida que son liberados por las autoridades italianas. La cascada de testimonios de malos tratos sufridos en las comisarías genovesas es imparable.
Mark Covell, un periodista británico de 33 años, cuenta a la cadena BBC cómo fue detenido mientras dormía en la escuela de la sede del Foro Social de Génova: 'Un carabiniere me cogió por el cuello y con el escudo me estampó contra la pared. Me tiraron al suelo y entre cinco policías me dieron una paliza. Me partieron las costillas. Sonaba como la madera al astillarse. Entonces pensé: voy a morir; así que traté de mantener un ojo abierto, porque eso significaba que aún estaba vivo. Cuando me desperté estaba en el hospital de San Martino, tenía cinco costillas rotas, alguna de las cuales me había perforado el pulmón, todo el cuerpo magullado y me faltaban 10 dientes'.
'Cuando me pegaron la primera vez pensé que me querían hacer sufrir, pero la segunda y la tercera sabía que lo que querían era matarme', asegura Covell.
El testimonio de Vincent, un joven francés, publicado en el diario Le Monde, es igualmente espeluznante: 'Al salir del hospital, la policía me llevó al centro de detención. Allí nos pusieron a todos de pie contra la pared. 'Ven aquí, mierdecilla de francés, te voy a hacer sufrir', me gritó uno de los policías. Me tiraron al suelo y me retorcieron los brazos más y más fuerte cada vez, mientras oía los gritos de los compañeros a los que estaban torturando en las habitaciones contiguas. Cada vez que gritaba, me daban una bofetada. Después me llevaron a otro cuarto donde había más policías. 'Os voy a presentar a un personaje ilustre', dijo, y todos los policías rieron. Después me hicieron dar vueltas a la habitación mientras ellos me ponían la zancadilla y me daban patadas en la espinilla. Cuando se cansaron de pegarme, me montaron en un coche y me soltaron en medio de una autovía'.
La prensa italiana también refleja testimonios de detenidos que cuentan cómo la policía les obligaba a cantar himnos fascistas y les orinaba encima.
Mientras, un miembro del Grupo Operativo Móvil (GOM), de la policía penitenciaria, sale al paso de las acusaciones en declaraciones al diario italiano La Repubblica y afirma que los detenidos no fueron torturados en la cárcel. Sin embargo, reconoce que los malos tratos pudieron producirse en el gimnasio habilitado como centro de detención. 'De las comisarías llegaban sangrando, llorando, llenos de golpes y aterrorizados. Un chico que parecía alemán venía con los testículos destrozados de las patadas. Nunca he visto tanto dolor en la cara de una persona', afirma. 'Yo no vi cómo los torturaban, pero desde mi oficina podía oír los gritos y los llantos saliendo del centro de detención'.
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