_
_
_
_
Crítica:36º FESTIVAL DE JAZZ DE SAN SEBASTIÁN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Paraguas, chubasqueros y... jazz

No es ninguna novedad. Ha sucedido en cada una de las últimas ediciones del Festival de Jazz de San Sebastián: de repente, una noche (o más de una si la suerte no acompaña) el protagonista absoluto no es ni un músico de campanillas ni un grupo en la cresta de la ola, sino la lluvia que se inmiscuye en el certamen hasta conseguir que la música quede en segundo plano. Así sucedió el jueves: hubo mucha música y muy buena en los diferentes escenarios donostiarras, pero, al final, fue la lluvia la que se convirtió en la reina de la velada. La plaza de la Trinidad es un emplazamiento entrañable, pero cuando llueve se convierte en el lugar más incómodo para oír música que pueda imaginarse. Joe Zawinul y su Sindicato podrían haber realizado el concierto de su vida, pero, con toda seguridad, pocos lo habrían disfrutado plenamente. Imposible hacerlo con un molesto aguacero sobre la cabeza, los pies mojados y docenas de paraguas tapando la escena. Lástima.

Kronos Q. / AKA Moon / C. Haden Q. y R. Cameron / J. Zawinul S. con M. João

Sala de cámara y terrazas del Kursaal, plaza de la Trinidad. 26 de julio.

Por suerte, no todo el mundo tuvo que luchar contra la meteorología. El Kronos Quartet, por ejemplo, tocó bajo techo en la sala de cámara del Kursaal. Un concierto intenso. El grupo neoyorquino abrió con Steve Reich y volvieron a demostrar que nadie les supera interpretando sus angustias y bailes mesmerizantes (ni siquiera el mismo compositor). Después se desplazaron del jazz (Charlie Mingus sin improvisación pero Mingus a fin de cuentas) a la música cubana (Margarita Lecuona), india (Rahul Dev Burman), argentina (Aníbal Troilo) o balcánica (un tema del Taraf de Haidouks) con total desparpajo y sin ningún miedo a utilizar instrumentos pregrabados.

Fuerza

En la parte positiva desparramaron fuerza y dotes comunicativas en una música que, a veces, no se comunica fácilmente. En lo malo, una vez más amplificaron sus instrumentos en un local con una magnífica acústica, pero ellos son así: prefieren la bofetada sonora a la posibilidad de jugar con los planos instrumentales, es su marca de fábrica.

Mientras los Kronos acababan su actuación, en el exterior de los cubos varados de Moneo, el trío belga AKA Moon combatía el sirimiri a base de armolodía pura y dura. A pesar de la dureza de la música, la terraza Urumea ofrecía un aspecto inmejorable y el numeroso público seguía las evoluciones de los belgas con pasmosa atención.

Por la noche, el sirimiri aumentó su intensidad progresivamente pero, como mucha agua ha de caer sobre San Sebastián para que se suspenda uno de los conciertos de su Jazzaldia, todo discurrió como si luciera el más caluroso de los soles. Este año, ni siquiera se repartieron chubasqueros entre los mojados asistentes, pero pocos habían acudido a la Trini sin prevención y la variedad de ponchos transparentes, chubasqueros de colores y hasta bolsas de plástico irrumpió entre los que desplegaban paraguas. Un espectáculo que no por visto deja de sorprender un año tras otro.Charlie Haden tuvo la suerte de tocar en primer lugar, mientras el tiempo parecía amainar, y pudo completar un concierto que rozó la perfección. Su Quartet West es una formación con más de quince años de vida continuada y se nota. Sus cuatro miembros están perfectamente compenetrados y pueden tocar hasta las cosas más agresivas (el siempre estremecedor Lonely woman, de Ornette Coleman, por ejemplo) con una suavidad casi acariciante. La cantante Ruth Cameron se unió al grupo para llevar esa caricia hasta el límite. Es mujer de directo y, apoyada por un cuarteto soberbio, bordó un Body and soul de ensueño.Con el intermedio reapareció la lluvia cada vez más intensa. Zawinul puso cara de pocos amigos, pero se lanzó a tumba abierta con sus ritmos frenéticos extraídos de mil puntos distintos del globo. Sorpresa tras sorpresa encadenadas sobre ritmos ante los que es imposible oponer resistencia. En su nuevo Syndicate, además de su fiel Manolo Badrena, milita ahora la portuguesa Maria João, que estuvo magnífica con su cantar agresivo y cambiante y sus movimientos felinos. Hacia la mitad de la actuación, el siempre explosivo Badrena hizo un canto a la lluvia y la lluvia arreció de forma insistente.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_