El escritor mexicano Andrés Henestrosa revive el exilio de los españoles
El último testigo de la llegada de los refugiados republicanos recibe hoy un homenaje en Toledo
A cuántos de los que tienen 20 años menos les gustaría estar como él. Conservar un cuerpo fibroso que le responde bien, unos ojos atentos que se revelan pícaros cuando habla de juergas y mujeres..., tener una vitalidad y memoria privilegiadas y haber vivido su vida. El escritor y periodista mexicano Andrés Henestrosa tiene 95 años, nació en Ixhután, Oaxaca, y es (seguramente) el último testigo de la llegada de los primeros exiliados republicanos españoles al puerto de Veracruz, en julio de 1939. En el libro La otra nueva España, editado por Miguel Ángel Porrúa, con quien visita España, recoge todo el periplo.
Henestrosa está 'feliz'. La Universidad de Castilla-La Mancha, en Toledo, le rinde hoy un homenaje y él presenta el libro que reúne los artículos que escribía desde las páginas de La Nación sobre los exiliados. 'Tuvieron un recibimiento muy entusiasta y ellos estaban estremecidos, conmocionados'.
En aquel barco, el Sinaia, llegaba Emilio Prados, quien un año después prestaría a Henestrosa su traje oscuro para casarse. 'Yo tenía uno claro y quería casarme con uno oscuro. Me fui a mi pueblo a casar y a los 15 días, cuando volví a México, me di cuenta de que Prados no había querido salir de la cama sin su traje azul, me lo encontré barbado'. A esa misma boda asistió José Bergamín, que se enamoró perdidamente de Lucelia, la hermana de la novia, y dejó como testigo un poema, 'pienso que inédito', que se recoge en la contraportada del libro.
En el barco llegaron también los escritores Pedro Garfias, Benjamín Jarnés, el pintor Miguel Prieto, los hermanos Mayo, fotógrafos, el tipógrafo Esteban González... 'Me sorprendió su actividad, al día siguiente de su llegada ya habían montado tiendas de campaña y se habían instalado'.
Cree que la generosidad del Gobierno del general Lázaro Cárdenas para acogerlos responde más a una idea revolucionaria 'de proteger a los defensores de la República, de la libertad y de la soberanía, que a un impulso cultural'. Y fue precisamente en este terreno en el que dejaron una prolífica herencia de la que Henestrosa habla con devoción. 'En filosofía, poesía, medicina, periodismo, pedagogía..., de todo esto les somos acreedores, y ellos, claro, nos adeudan, aparte del refugio, la protección, y les dejamos nuestras aulas para que siguieran enseñando. Cuando acabe de hacerse el balance de lo que los españoles adeudan a México y lo que México les adeuda se verá que por igual somos deudores y acreedores'.
Recuerda cómo los españoles inauguraron varias editoriales, como Séneca, Delfín y Leyenda. 'Por eso les debemos una moderna tipografía. Si bien nosotros ya teníamos una gran tradición tipográfica del siglo pasado, la prueba es la edición ilustrada del Quijote, por Ignacio Cumplido, los españoles la enriquecieron y renovaron'.
Este intelectual y hombre de buen humor también habla de otras enseñanzas más prosaicas. La de cobrar y saber beber. 'En periodismo nos enseñaron otra manera de escribir y de cobrar porque nosotros escribíamos gratis. Y ellos, editores, sabían pagar, pero también cobrar'. Y fundaron tascas, colmados, nuevas comidas, ('aprendimos a llamar gambas a los camarones'). La manera de beber: 'Por ejemplo, anoche veía servir la cerveza con una palanca para que no saliera espuma, y eso no se hacía en México'.
Pleitos entre ellos
Y cuenta cómo tuvo que mediar en algún pleito entre ellos. 'Aunque todos eran refugiados y derrotados, estaban peleados entre sí. Yo les decía: 'No peleen, su situación es difícil, no tienen papeles...'.
No es la primera vez que Henestrosa visita España. 'Yo era enemigo de Franco y no quería venir mientras él dominara. Pero un día descubrí que muchos refugiados venían, algunos a morir. Entonces me dije que estaba haciendo el tonto y vine la primera vez en el 65. Con ésta ya son 13 veces'.
Su estancia ha sido ritual. Como profesor que fue (impartió la cátedra de Lengua y Literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México durante 40 años), se ha alojado en la Residencia de Estudiantes. Ha desayunado en el café Gijón y cenado en Casa Paco. Pero no es fácil llevar a casa a este hombre incansable y reidor. Acabó la noche tomando una copa 'de Cointreau' en un bar de Serrano. Y cuando vio a dos chavalas, se arrancó con un poema que le inspiró el momento: 'No porque estás en el cielo / te vas a casar con Dios, / ni creas que santos y dioses / te van a querer como yo'.
Babelia
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