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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Realidad en crudo

Atención al dato: a pesar de su tardío estreno, tras un verdadero rosario de premios en multitud de festivales extranjeros; a pesar de que nada dirá al gran público ni el nombre de sus directores, el argentino Bruno Stagnaro y el uruguayo Adrián Caetano, y de que menos conocidos aún son sus jovencísimos, muy competentes actores, en el caso de Pizza, birra, faso (compendio de toda una filosofía vital: arreglárselas para la obtención de la comida, la bebida, el cigarrillo), estamos ante una de las mejores películas latinoamericanas sobre la condición juvenil. Se adentra en uno de los grandes temas que, en los últimos años, llevan abordando los cines de sociedades que toleran muy poco, por desgracia, a los jóvenes.

Lo es por muchas razones: ante todo, porque a pesar de abordar un ambiente marginal, fronterizo con el delito y finalmente delincuente -la fuga final y el delito que la anteceden tienen el inequívoco signo de la fatalidad-, lo hace con un cuidado extremo, sin caer jamás en ningún tipo de sensacionalismo, pero sin proponer tampoco el cantar de gesta del mundo de los jóvenes, captados en una situación vital que nada tiene de halagüeña.

Es decir, que estamos ante una película que, a pesar de su carácter de ópera prima, se muestra medida al milímetro, madura hasta la sorpresa. Que exhibe un retrato generacional -de actores, de directores, pero también de personajes- de una fuerza impresionante; una visión de gran metrópolis, Buenos Aires, con grupo humano como pocas veces se ha visto no sólo en el cine latinoamericano, sino sencillamente en cualquier película hablada en nuestra lengua.

Lenguaje y dolor

No es fácil de ver, para empezar por el propio lenguaje que emplean los personajes, en ocasiones farragoso, y porque, además, sus imágenes resultan a menudo dolorosas; pero no engaña jamás sobre sus intenciones. Es un filme como nos gustaría que fuesen siempre las óperas primas: escritas con las tripas pero sin olvidar la cabeza, sin hurtar nada y sin acaramelar una realidad tomada como un filete de carne. Cruda, claro: las cosas, por el sur austral, no estaban, en la fecha de la realización del filme, ni mucho menos ahora, para mayores alegrías.

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