Víctima de una lucha interna

Luis Abril Pérez ha sido (es) un hombre ligado a la comunicación. Un experto salido de la Universidad de Deusto hecho en esto de la información a base de años en la banca, un sector lleno de minas. ¡Cómo para no aprender! La reciente crisis sufrida en el sanctasanctorum del BSCH le encontró en la línea de fuego y, ayer, apenas un mes después de cerrarse la crisis con la fusión de las marcas, ha sido él, el responsable de la comunicación, el primer damnificado.

Abril, burgalés de 53 años, fue uno de los cachorros de Pedro Toledo en el antiguo Banco de Vizcaya junto a gentes como Ángel Corcóstegui, Alfredo Sáenz y Francisco Luzón con las que ahora ha coincidido (con distinta sintonía) en el BSCH. Todos juntos ya vivieron la pelea de la fusión entre el Vizcaya y el Bilbao en el BBV, que acabó con la salida de los vizcayas -de una manera u otra- de la nueva entidad tras la muerte de Toledo. Abril se mantuvo un tiempo alejado de los medios como director de Privanza, el banco privado del BBV. Hasta que saltó a Banesto con el equipo de salvación encabezado por Sáenz. Volvió a los medios, no a los taurinos, que tanto le apasionan, y no precisamente para torear un pastueño. El toro que dejó malherido Mario Conde llevaba mucho peligro. Salió airoso.

Y, entonces, llegó otra fusión. El Santander, que controlaba Banesto, se alió con el Central Hispano, y Corcóstegui le reclamó para controlar la comunicación. De poco le sirvieron los aprendizajes pasados. Al poco de la fusión, estalló el primer disparo con la marcha de Ana Patricia Botín, la hija del copresidente. La comunicación se resintió. Luego se encadenaron muchos acontecimientos: compras demasiado caras de Patagon y Banespa, caída de previsión de resultados, mensajes no controlados de Botín en juntas y convenciones... Abril encontró muchos detractores en su política de comunicación, quizá excesivamente ligada a Corcóstegui.

Salvado el escollo, Botín coloca a uno de lo suyos para controlar la comunicación.