El abismo de los 'sumideros'
Discordia sobre la capacidad de los bosques para absorber gases contaminantes
El asunto de la negociación que ayer provocó más ruido, aclaraciones y discusiones en la cumbre del clima fue el de los llamados sumideros, o cómo regular y contabilizar la capacidad que tiene la vegetación de absorber dióxido de carbono, el más importante gas de efecto invernadero, de la atmósfera. Éste fue también uno de los principales elementos de discordia que impidieron un acuerdo a finales del año pasado en La Haya.
El Protocolo de Kioto establece que el efecto de los bosques que cada país tenga ha de ser contabilizado a la hora de fijar las reducciones de emisiones por los Gobiernos que están obligados a hacerlas. El problema es cómo incorporar prácticas como el manejo forestal, los pastos, o determinadas técnicas agrícolas, lo que se llama actividades complementarias, en el saldo de emisiones de cada país.
Las propuestas en debate son muy complicadas técnicamente, pero las tres que ayer recibieron más audiencia fueron la defendida por la UE, la presentada por Canadá, Japón, Australia y Rusia, y la de Nueva Zelanda. La UE es partidaria de alguna limitación al uso de esas actividades complementarias a la hora de que los países den cuenta de las reducciones que han obtenido.
Además, los europeos no quieren que se incluyan en los mecanismos del Protocolo de Kioto sumideros como los proyectos que un país desarrollado pueda hacer en otro (contabilizando las reducciones de emisiones logradas con el mismo, lo que se llama gestión conjunta) o los proyectos que los países desarrollados hagan en los en vías de desarrollo (desarrollo limpio). Pese a esto, la propuesta de la UE sobre sumideros contempla también un techo para la utilización de sumideros en desarrollo limpio.
La segunda propuesta limita cualquier tipo de techo uniforme y pretende que cada país acuerde con el resto el porcentaje de sus emisiones que puede descontarse con los sumideros. Para la UE esta opción es un puro ejercicio contable que no da cabida a criterios científicos ni a controles efectivos. En la práctica, según han especificado los detractores más enérgicos, esta propuesta supondría volver a negociar los porcentajes de reducción de emisiones acordados en Kioto, puesto que significaría que cada uno ajustaría de nuevo su cuota real en el esfuerzo de reducción. Sin embargo, muchos participantes en la cumbre consideran que esta oferta de Canadá, Japón, Australia y Rusia tiene muchas posibilidades de salir triunfadora.
Por último, Nueva Zelanda ha hecho una propuesta muy similar a la anterior, pero con más controles y criterios científicos, y la UE la ha calificado de 'más respetuosa con los objetivos medioambientales de Kioto'.
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