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CUMBRE DE BONN

La OPEP se suma a la negativa del G-8 y aboca a la cumbre del clima al fracaso

La decisión de los productores de petróleo rompe el consenso de los países en desarrollo agrupados en el G-77.- Frenéticas negociaciones para lograr un documento consensuado

Con la excepción de Indonesia, todos los productores de petróleo han decidido romper el consenso que parecía asegurado dentro del grupo de los países en desarrollo "G-77 más China".

El texto de acuerdo elaborado por el presidente de la conferencia, Jan Pronk, ha sido rechazado porque, según un portavoz oficial, a la OPEP "no le interesa" facilitar políticas sobre reducción de emisiones contaminantes.

A esto se suma que los dos principales negociadores en la Cumbre del Clima de Bonn, la Unión Europea (UE) y Japón, hayan expresado sus fuertes reservas respecto a la propuesta de acuerdo presentada anoche por el presidente de la conferencia.

Las pocas expectativas de éxito de la cumbre, que desde el 16 de julio ha reunido a representantes de 180 países para intentar ponerse de acuerdo sobre las medidas para frenar el cambio climático, han quedado prácticamente enterradas por la declaración final de la reunión del G-8 en Génova.

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Así, los jefes de Estado y de Gobierno de los siete países más ricos y Rusia han constatado esta mañana su desacuerdo con el Protoloco de Kioto.

"Todos estamos firmemente de acuerdo sobre la necesidad de reducir las emisiones de gases con efecto de invernadero. Aun cuando exista actualmente un desacuerdo sobre el Protocolo de Kioto y su ratificación, nos comprometemos a trabajar juntos e intensamente para alcanzar nuestro objetivo común", declaran los Ocho en el comunicado final.

Nueva cumbre en 2003

Además, han dado vía libre a la propuesta rusa de convocar para el año 2003 una nueva cumbre sobre el cambio climático en la que participen Gobiernos, representantes del mundo industrial y científicos y otros representantes de la sociedad civil.

Por su parte, el primer ministro de Canadá, Jean Chrétien, ha confirmado al término de la cumbre del G-8 que probablemente no se alcance ningún acuerdo final en Bonn.

"Ha habido movimiento en Bonn, pero no hemos llegado aún a un punto satisfactorio" para Canadá, ha añadido Chrétien, quien ha indicado que habrá que esperar a la reunión de

Marrakesh (Marruecos), en otoño, para que su país ratifique Kioto el año que viene.

Las novedades del 'documento Pronk'

El presidente de la conferencia, Jan Pronk, presentó al última hora de ayer un proyecto de acuerdo para resolver los cuatro aspectos del proceso de aplicación del Protocolo de Kioto para la reducción de gases de efecto invernadero: sumideros, mecanismos, financiación y control de cumplimiento.

Un portavoz de la delegación de Japón, país que tiene la clave del éxito de la cumbre, ha asegurado que Tokio tiene objeciones sobre todo en las disposiciones relativas a control de cumplimiento, porque estas contemplan la posibilidad de imponer sanciones punitivas a los países que rebasen su cuota de emisión de gases.

El portavoz ha indicado que ningún tratado internacional contempla sanciones punitivas, mientras que el proyecto de Pronk, además de obligar a los países a reparar los daños causados, prevé medidas para presionar a los países. Japón "no quiere que el Protocolo de Kioto siente precedentes" en este sentido.

A la Unión Europea le preocupa otro aspecto del tratado, la posibilidad de que el consejo encargado de dictar las sanciones pueda estar compuesto por una mayoría de países en desarrolloque no tienen que acatar las limitaciones de Kioto, isegún ha informado Pia Ahrenkilde, la portavoz de la comisaria europea de Medio Ambiente.

La propuesta de Pronk prevé que el consejo tenga una complicada composición que comprendería un determinado número de delegados de países industrializados, en desarrollo y de los grupos regionales de la ONU.

Contrariamente a Japón, la Unión Europea considera las sanciones en caso de no cumplimiento de los acuerdos demasiado limitadas al mero pago de compensaciones por los daños causados y las emisiones excedentes, y no lo suficientemente aleccionadoras.

Pero lo que más preocupa a la Unión Europea es el tema de los sumideros, los ecosistemas que absorben gases de efecto invernadero y cuya acción se puede descontar de la cuota de reducción de emisiones contaminantes de un país.

El gran problema: los sumideros

La propuesta de Pronk prevé poner un techo a la cantidad de sumideros que puede descontar un país, pero este límite sólo se aplica a los gases que absorben los bosques, no los que son resultado de la acción depuradora de la agricultura.

En el capitulo de sumideros, Japón, pese a que recibe en la propuesta una enorme tasa de gases que puede descontar, se siente insatisfecho porque el documento explícitamente no admite la energía nuclear como método de producción energética limpia.

El portavoz japonés ha manifestado dudas sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo en las próximas 24 horas. Por su parte, la Unión Europea estaría, pese a su descontento, dispuesta a aceptar este acuerdo, si lo hicieran los demás países, sólo por salvar el proceso de Kioto.

"Queremos por encima de todo mantener el proceso, el sistema de Kioto sobre los raíles", ha indicado la portavoz europea, quien ha añadido que en última instancia se trata también de salvar el multilateralismo, puesto en tela de juicio desde que EE UU, en marzo pasado, abandonó el Protocolo que había firmado en 1997.

Los delegados europeos y de Japón celebraron anoche reuniones bilaterales con Pronk para expresarle sus reservas, antes de que hoy se celebre la asamblea plenaria final de la cumbre.

De Japón depende que el protocolo alcance el mínimo de ratificaciones para permitir su entrada en vigor y se tambalea entre su compromiso con el espíritu de Kioto y su lealtad con EE UU y otros países que seguramente no firmarán el protocolo, Australia y Canadá.

Aunque la propuesta de Pronk se acerca bastante a las exigencias japonesas, lo que ayer desataba una contenida euforia al allanarse el camino para la ratificación, parece que esta ilusión se disipa hoy con las reticencias de este país y de la UE, sumadas a las de los países de la OPEP.

AP

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