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Milosevic recibe la visita de su esposa en la cárcel de La Haya

Holanda permite el viaje de Mirjana Markovic

Después de tres semanas de separación, la primera desde que eran adolescentes, Mirjana Markovic pudo visitar ayer a su esposo, Slobodan Milosevic, en la cárcel del Tribunal Internacional Penal para la antigua Yugoslavia. Apodada Lady Macbeth por la influencia que ejerce sobre él, Markovic permaneció cerca de seis horas en la prisión de Scheveningen, donde el hombre que considera su 'héroe' aguarda juicio por asesinatos, deportaciones y limpieza étnica.

Vestida de negro y con dos maletas y una bolsa de mano, Mira -como la llaman cariñosamente sus allegados- aterrizó en el aeropuerto de Amsterdam pasadas las 9.30 horas de la mañana en un vuelo regular de la companía yugoslava JAT. Una limusina negra, escoltada por un vehículo de la polícia holandesa, la trasladó a la cárcel, situada a cuatro kilómetros de La Haya.

En los próximos días Markovic tendrá poca libertad de movimientos. Dado que su nombre figura en la lista negra de la Unión Europea que impide a personas cercanas a Milosevic viajar por los países miembros, el visado que por razones humanitarias le han concedido las autoridades holandesas tiene carácter extraordinario. Las estrictas condiciones sólo la autorizan a moverse desde el lugar donde se aloja -guardado en el máximo de los secretos por razones de seguridad- hasta la prisión, y el sábado tendrá que abandonar el país. Desde Belgrado se ha comentado que Markovic aprovechará estos días para alquilar un apartamento en el que vivir durante todo el proceso, que previsiblemente comenzará en febrero y promete ser muy largo.

Como cualquier otro familiar de los 39 detenidos en la prisión de la ONU, Markovic puede permanecer junto a su marido desde las nueve de la mañana hasta las cinco menos cuarto de la tarde, con la excepción de poco más de una hora y media al mediodía, necesaria para el cambio de guardia y para dar de comer al detenido. Teniendo en cuenta que los familiares de los presos viajan desde los Balcanes y que por cuestiones económicas normalmente sólo pueden pasar unos pocos días en Holanda, el régimen de visitas es flexible.

Tal como establecen las normas, Markovic también tendrá derecho a contactos vis a vis en una habitación privada con el hombre al que en una reciente entrevista definió como 'simpático y encantador'. Será uno de los pocos momentos en los que sus conversaciones no serán escuchadas y vigiladas por los guardias de la ONU, que asisten a todos los encuentros acompañados por un traductor.

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