Legado romano en el mar de La Vila

Una mañana del pasado marzo Antuán Ferrer y Pepe Bou salieron a navegar por la bahía de su pueblo natal, La Vila Joiosa (Marina Baixa). A poco menos de dos millas de la costa, vararon su embarcación, pero el ancla no llegó a tocar el fondo marino. Se enredó entre los restos de uno de los hallazgos submarinos más importantes encontrados en España: un barco comercial romano que reposaba, desde hacía más de 1.900 años, a apenas 30 metros de profundidad.

Las hipótesis arqueólogicas confirman que el pecio -restos de una embarcación naufragada-, datado entre finales del siglo I a. C. y principios del siglo II d. C. , se dedicaba al transporte de salazones y salsas de pescado, circunstancia que explica el hallazgo de 2.000 ánforas depositadas sobre los 25 metros que mide el cascarón del barco.

Los últimos datos facilitados por el Museo Arqueológico de Alicante (Marq) señalan que dichos recipientes fueron fabricados en las costas andaluzas y se dirigían, en el momento del naufragio, hacia una ciudad portuaria de la antigua Roma. El alcalde de La Vila Joiosa, José Manuel Llorca, no descarta que el barco hubiera zarpado desde el propio puerto de la localidad, o bien tuviera los muelles de La Vila como último destino. 'Esto probaría la gran actividad comercial que pudo desarrollarse en el pueblo en época de la Roma imperial', comentó.

El conjunto arqueológico se halla en la actualidad a 25 metros de profundidad y a tan sólo 1,5 millas de la costa. Quizá la proximidad con la playa haya alentado a los contrabandistas de piezas arqueológicas a atentar contra este legado. Según indicó ayer el consejero de Cultura, Manuel Tarancón, los expolios que ha sufrido el pecio no han supuesto nunca 'pérdidas significativas'. Sin embargo, y para prevenir futuros expolios, la Administración ha puesto en marcha un proyecto de protección y conservación.

Carlos de Juan, uno de los arqueólogos encargados del estudio de la nave, explica que en los aledaños del buque se ha intalado una red de 260 metros cuadrados para evitar la formación de sedimentos en el material encontrado. Luego se fijó sobre la red una estructura de metal galvanizado, sujeta por dos pesos de hormigón de 800 kilos, para impedir el acceso al conjunto arqueológico. El peso total de estos sistemas de protección no excede los 50 kilos, 'y por tanto no daña el barco romano', agregó De Juan. De esta forma, tanto el barco como las 2.000 ánforas se encuentran enjauladas, a salvo de robos.

Los técnicos calculan que el navío podrá reflotarse dentro de un año y medio. Después de realizar tareas de investigación y de documentación, la Diputación de Alicante, con el apoyo de la Universidad, el Ayuntamiento de La Vila y el Marq, acometerá la excavación y el rescate de la embarcación. Para la extracción de la nave se destinarán 250 millones de pesetas. La institución provincial ha pedido apoyo financiero a la UE, a través del programa Anser.

Tras el rescate, el Museo Arqueológico de La Vila Joiosa y el de Alicante se repartirán el legado para exponerlo al público. Hasta entonces, el viejo navío seguirá siendo cobijo de los peces.