Los Quince admiten que un abismo separa a los ciudadanos de las instituciones europeas
Los ministros de Exteriores de la UE se autocritican: 'Nos tiran piedras cuando nos reunimos'
Los Quince se sometieron ayer en Bruselas a un acto de autoflagelación pública. Los ministros de Exteriores coincidieron en que existe un abismo entre el ciudadano y las instituciones de la UE, y que deben reaccionar pronto para que los europeos valoren más el objetivo histórico de construir una Europa unida. Los conceptos utilizados dan idea del nivel de autocrítica: 'diálogo de sordos', 'incertidumbre', 'pérdida de credibilidad', 'mensaje equívoco', 'crisis de identidad', 'maquinaria lejana', 'la ciudadanía no se fía', 'demasiada burocracia', 'muchos se sienten excluidos'...
Las protestas contra la UE en Gotemburgo o el no irlandés a Niza, junto a las manifestaciones antiglobalización, han desconcertado a los líderes europeos. 'La UE es el mayor logro político y social, pero nos tiran adoquines cuando nos reunimos', dijo perplejo el italiano Renato Ruggiero. El belga Louis Michel abrió la discusión al señalar que muchos europeos perciben a sus instituciones 'aisladas, insensibles o incluso como enemigas'. 'A veces, lo que hay es un diálogo de sordos, porque no se habla con los ciudadanos', añadió el irlandés Brian Cowen.
'Ni un 10% de los europeos se interesa por la política de la UE', apuntilló el alemán Christoph Zopel, adjunto al ministro de Exteriores Joschka Fischer. 'Somos nosotros mismos los que lanzamos un mensaje pesimista y equívoco', dijo Josep Piqué, quien advirtió: 'Al ciudadano se le bombardea con mensajes como déficit democrático, egoísmos nacionales, ausencia de legitimidad..., sin destacar los indudables y enormes logros' de la UE.
La UE es vista como 'una maquinaria lejana, insensible', se lamentó el francés Pierre Moscovici. El británico Jacques Straw contó que el lema con más éxito del referéndum irlandés sobre Niza fue Si no sabe, es mejor que vote no. 'La ciudadanía no se fía; nos reprocha que cada vez nos entiende menos', se lamentó la luxemburguesa Lydie Polfer. 'Las instituciones son demasiado burocráticas', dijo la sueca Anna Linh.
'Muchos ciudadanos se sienten excluidos, y de ahí las protestas', aseguró la griega Elissavet Papazoi, a quien se le sumó el finlandés Erkki Tuomioja: 'Para muchos, la UE representa más un problema que una solución'. El portugués Jaime Gama fue más lejos al criticar a los líderes europeos. 'Hemos cometido errores y nos hemos metido goles en nuestra propia meta', reconoció al recordar que, tras cada cumbre europea, algunos líderes se dedican a 'hacer gala de las victorias que han conseguido' frente a los demás.
Para los ministros del Reino Unido, Alemania o Italia está claro que los europeos no tienen en cuenta que el objetivo fundamental de la UE es evitar otra guerra entre ellos. 'Un país sin historia es como un hombre sin memoria', puntualizó Straw. 'La UE es la idea más genial para una paz duradera', argumentó su colega alemán. 'Ya no es suficiente; a los jóvenes les da igual, porque les parece obvio', les respondió la austriaca Benita Ferrero-Waldner.
Varios de los reunidos reconocieron que incluso la ampliación de la Unión levanta 'recelos e incertidumbres' que hay que eliminar. Hasta el punto de que el no irlandés mereció este rapapolvo del holandés Jozias van Aarisen: 'No puede ser que una parte de un país que se ha aprovechado tanto de la UE bloquee la ampliación'.
'Europa es una paradoja'
Otros se quejaron de que una parte de la ciudadanía tampoco les reconoce legitimidad, pese a que los Gobiernos emanan de consultas democráticas, 'y no así otras organizaciones a las que escuchan'. 'Europa es una paradoja: los ciudadanos votan, pero no depositan toda su confianza en los electos, porque creen que las decisiones proceden de otras fuerzas ocultas', indicó el finlandés Tuomioja.
Pero el debate no se quedó sólo en la autoflagelación y casi todos los ministros destacaron que la UE no sólo es el mejor espacio de paz y libertad del planeta, sino que constituye también el mejor ámbito 'para dar respuesta a la globalización, porque no bastan las soluciones nacionales', como afirmó la griega Elissavet Papazoi.
Por eso, todos estuvieron de acuerdo en que hay que abrir el diálogo y hablar a los ciudadanos de sus problemas cotidianos, como el empleo, el medio ambiente, la seguridad alimentaria o la política exterior común. 'Y hay que utilizar más el concepto nosotros, en lugar de referirnos sólo al ámbito nacional', resumió Michel, quien en sus conclusiones destacó una idea expresada por España y Austria: la UE debe estar incluida en los programas de enseñanza y formación en todos sus Estados miembros.
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