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SAN FERMINES 2001
Columna
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La inamovible fiesta

Sin novedad mayor en el encierro de los miuras y nueva cornada mortal de ETA. ¿Volverá la peña apolítica de las peñas a subir los decibelios en el minuto de silencio? Probablemente. Antes de llegar a Pamplona, Hemingway escribía A Moveable Feast (París era una fiesta) y tras pasar por aquí escribió Fiesta, que hubiera podido titularse A Unremovable Feast (Una fiesta inamovible). Hemingway creó el mito. El mito de Pamplona es el mito de lo auténtico: la fiesta primigenia, el rito original, las gentes francas, el toro, toro.

Las fiestas se llaman La Fiesta y los angloparlantes las conocen como The Festival; los taurófilos nos recuerdan que antes del toreo a caballo o a pie estuvieron los encierros; la feria de Pamplona se dice 'La Feria del Toro', y el tópico asegura que la franca hospitalidad de los nativos no tiene parangón. Sin embargo, casi todo es en los sanfermines tan nuevo como el mito. Los más viejos del lugar recuerdan unas modestas fiestas de pueblo que duraban, a lo más, tres días. Antes, no más de treinta arrojados de la localidad ejercitaban 'las suertes ancestrales del toreo pirenaico', en unos encierros que ni pasaban por la mítica Estafeta. Los resabios populares hacia el guiri, personaje 'que nunca se entera de nada', y menos de los mandamientos del 'buen correr', siguen vigentes hoy como ayer. El toro, toro, no lo ha visto últimamente la crítica.

Pero un mito es un mito, más sí se cultiva. El mito se cultiva con unción y Pamplona está encantada de seguir conociendo la hondura de sus esencias. ¿No vienen aquí, por cientos de miles, desde cosmópolis remotas? Vienen. Vienen y van.

Es el viaje contemporáneo a lo genuino, lo natural, lo profundo. Es el prestigio de lo auténtico que lo mismo lleva a peregrinar en masa a Santiago de Compostela, pasando por Pamplona, que al corazón de una fiesta inamovible. En la inamovilidad de La Fiesta parece creer un sector de la peña por encima de las personas y su vida. Qué monstruosidad tan ancestral.

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