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SAN FERMINES 2001
Columna
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Segunda invasión normanda

Viernes 13, año 1 del tercer milenio. Nuestra aldea ha sido asolados de nuevo por los invasores normandos del fin de semana anterior. Llegan en tropel y en todo género de medios locomotores. Son tantos que ni consideramos organizar la resistencia. De entre ellos, destacan por su número las tribus gabachas de allende el Pirineo. Su método de invasión es pintoresco: se mimetizan con nosotros y farfullan nuestra lengua. Pese a que sus intenciones son inequívocamente hostiles (asaltar la aldea, agotar nuestras ya demediadas reservas líquidas y hacer suyas a las mujeres), nos ha parecido sensato optar por la vía diplomática y, al grito de '¡nadie es forastero por San Fermín!', les hemos acogido fingiendo un alborozo desmesurado. El olor a tigre, del que nuestras pituitarias casi habían logrado desprenderse, ha vuelto por donde solía, y ahora el tigre se perfuma con dinamita. Esperamos que se confíen y que el vino les rinda. Pasada la noche, vamos a soltarles seis miuras, seis.

Entre los nuestros se mantiene la moral, aunque hay nostalgia de la placidez familiar vivida entre las dos invasiones, y es que como con los de casa, no se está con nadie. La otra noche nos desfogamos bien: aporreamos los tambores al unísono y hasta el amanecer. Esta es una costumbre ancestral tanto de los aborígenes de Ebro abajo (en las tierras mañas de la ruta del bombo y el tambor), como de las tribus vascongadas del Urumea, pero la hemos adoptado como propia y el Struendo de Iruña, por su furia, resuena ya con entidad distintiva. La calidad de los juglares subió en este interludio entre invasiones, pese a lo que algunos de los más jóvenes, quejosos de que jamás llegan primeras figuras de la escena, partieron hacia paraderos como el Finisterre.

En los conciliábulos gastronómicos, con los jefes siempre de cuerpo presente, hemos rendido homenaje a las bardos que más encendidamente cantan las virtudes de nuestra emocionada alma popular... A los que no vamos a perdonar es a los druidas: ¡qué insipidez de fiestas sin estofado de toro!

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