El Teatro Real celebra sus 150 años con cantos y música sobre su historia
La recepción de los Reyes posterior a la gala quedó suspendida por el atentado de ETA
Hora y media medida de música, voces, recuerdos, historias... Los acordes que han constituido la forja del que hoy pretende ser uno de los teatros de ópera más importantes del mundo sonaron ayer en las voces de figuras que representan el presente, pasado y futuro de la lírica hispana. Don Juan Carlos y doña Sofía llegaron cinco minutos antes de las 20.30, hora en que comenzó la gala con un minuto de silencio en memoria de Luis Ortiz de la Rosa, policía víctima del último atentado de ETA en Madrid. Después, Plácido Domingo se puso al frente de la Orquesta Sinfónica de Madrid para el aria de La favorita 'Spirto gentil', que, con la voz de José Bros, abrió la gala. Estaban presentes, invitados por los Reyes, políticos, entre ellos, siete ministros; de la cultura, con escritores como Mario Vargas Llosa, o figuras del teatro, la danza y la música.
Del belcantismo de Donizetti, ese género grande que prima el virtuosismo de la voz sobre todas las cosas, se pasó a una pieza del Verdi español, el aria 'Pace, pace mio Dio', de La forza del destino, ópera del gran genio italiano, que se estrenó con su presencia en Madrid en 1863. La cantó Ana María Sánchez, magnífica soprano alicantina y una de las figuras que en los últimos cuatro años han triunfado en el nuevo Real. Recibió el primer gran aplauso de la noche.
Luego, según el guión esbozado por Joaquín Turina, en el que se desmenuzaron, paso a paso y en directo por La 2 de TVE, los pasos de un foro que empezó instalándose en el lugar de unos lavaderos públicos conocidos como los Caños del Peral, hubo un hueco para Richard Wagner. El alemán, al que este último año se ha recordado con Parsifal y Los maestros cantores, se hizo carne en la voz de María José Montiel, con el 'Sueño de Elsa', de Lohengrin. Más tarde, le llegó el turno a Carlos Álvarez, el barítono español más grande en estos tiempos, con tantos compromisos internacionales como Plácido Domingo, quien ha confesado estar a la cola en su agenda para llevarle a uno de los teatros que el tenor dirige en Estados Unidos, el de Washington o el de Los Ángeles. Seguro que Domingo ha insistido más después de oírle cantar al malagueño el coro del toreador, de Carmen, ópera española del francés Georges Bizet.
Verismo y Puccini Siguieron Jaime Aragall, uno de los tenores españoles de voz más bella y sugerente, a dúo con la argentina Alicia Nafé, que llevaron al público hacia el verismo, con Cavalleria rusticana, de Pietro Mascagni. Consiguieron la segunda gran ovación de la noche. Luego tenía que llegar el caramelo de los puccinistas, con tres piezas de La bohème. La ópera ha sido uno de los grandes éxitos de la nueva etapa del teatro gracias, entre otras cosas, al tenor venezolano Aquiles Machado. Pese a que acaba de ser víctima del apartheid por su físico -bajito y regordete- y ha tenido que cancelar su compromiso para el Rigoleto que se va a montar en la apertura de la próxima temporada porque el director de escena le ha rechazado, el público se nota que le quiere en el teatro porque recogió numerosos bravos. Machado cantó con Ainhoa Arteta en uno de los puntos culminantes de la noche.
Llegó el cierre contemporáneo con dos coros de compositores españoles estrenados en los últimos años en el Real: los de Divinas palabras y Don Quijote, de Antón García Abril y Cristóbal Halffter. Este último dirigió su pieza y permitió a Domingo subir al escenario para acabar con el brindis de La traviata, que cerró fiesta y emisión.
Babelia
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