No los merecemos
De todos es conocida la febril situación de obras continuas que recorre las grandes ciudades por el prestigio que supone, entre otras, la mejora de las comunicaciones. Todo sea por el progreso cibernético, donde el intercambio de información de la sociedad globalizada prima sobre todos los otros valores. El usuario de a pie se ve amedrentado por zanjas y obstáculos que dificultan su camino (por no hablar de los minusválidos), se causan reventones de cañerías, se dificulta el paso de vehículos y se generan unos niveles de ruido que provocan estrés a los vecinos.
Pero a veces nos olvidamos de otros perjudicados que en la mayoría de las ocasiones son considerados meros objetos de adorno dispuestos en las calles: los árboles. Frecuentemente observo cómo son agredidos salvajemente, destruyendo sus raíces y llegando en algunos casos a rodear con zanjas todo un ejemplar a menos de un metro de su tronco.
Como ciudadano sensibilizado ante tales abusos sólo puedo escribir esta carta pidiendo justicia y solicitando para todos los árboles y otras plantas una mayor consideración, ya que nos aportan múltiples favores (oxígeno, sombra, ornamento) sin pedir nada a cambio. Y, sin embargo, tienen que soportar estos y otros ataques sin que nadie levante nunca un dedo por ellos.
Es triste pensar que siendo Madrid una de las capitales europeas con mayor número de árboles en sus calles, sean tratados de esta manera tan bárbara. Yo, particularmente, procuraré tomar la única medida de protesta de la que dispongo: las próximas elecciones municipales.
