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Un informe oficial detectó el 'odio racial' en Bradford antes de los disturbios

Isabel Ferrer

Las divisiones entre las comunidades de residentes británicos blancos y de origen asiático son tan marcadas en los barrios de la ciudad de Bradford, que ésta se ha convertido en uno de los peores ejemplos de segregación racial observado en el Reino Unido. Tan desolador panorama se desprende de un informe encargado por el Ayuntamiento local antes de que vecinos de ambas comunidades protagonizaran los peores disturbios callejeros registrados en el país en los últimos 20 años. Una violencia que entró ayer en su tercer día consecutivo a pesar de los llamamientos de la policía a mantener la calma y evitar salidas a la calle.

Dirigido por Herman Ouseley, antiguo responsable de la Comisión para la Igualdad Racial, el informe concluye que la intolerancia, la ignorancia y hasta el odio racial se han convertido en la norma que rige la vida cotidiana en Bradford. Contra lo que podía esperarse, los líderes de las distintas comunidades de blancos y asiáticos originarios en su mayoría de India y Pakistán, no mantienen contactos entre ellos. Su falta de iniciativa ha permitido que la segregación adquiriera un grado inaceptable y las escuelas locales no hacen nada por evitarlo.

'En lugar de promover la comprensión entre las distintas razas y contribuir a la formación de nuevas generaciones de residentes orgullosos de compartir su herencia cultural, los centros docentes han fomentado la intolerancia', señala el escrito, que será publicado íntegramente el jueves. Muchas familias de clase media han optado por trasladarse de barrio dejando atrás a los británicos blancos menos adinerados y a minorías étnicas.

El equipo de Ouseley, formado por 11 expertos, entrevistó a ciudadanos de todas las clases sociales y credos religiosos de Bradford entre noviembre de 2000 y el pasado abril y ha formulado aún otra dura crítica. El miedo de las autoridades a ser tachadas de racistas ha rebajado la presión y ha permitido la formación de bandas de traficantes de droga de ambas razas que se han adueñado de algunas zonas.

Las conclusiones del informe suponen una dura crítica para el Gobierno laborista, que ha calificado los enfrentamientos de 'actos vandálicos protagonizados por jóvenes asiáticos que están destruyendo su comunidad'. El primer ministro británico, Tony Blair, se ha pronunciado en dichos términos sin mencionar los problemas raciales, mientras el ministro de Interior, David Blunkett, ha sugerido que la policía nacional tal vez acabe utilizando cañones de agua y gases lacrimógenos para repeler asaltos como los de Bradford.

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