Marina Ocaña nunca estuvo consciente tras ser operada, según su madre
La operación de Marina Ocaña se incluía en el denominado plan de choque de la Consejería de Sanidad para aminorar la lista de espera. Los facultativos procesados son Alberto Dobón, médico de guardia el día de los hechos, y Ana María Maroto, jefa de planta. La segunda jornada del juicio por la muerte de la niña, ocurrida el 11 de abril de 1997, estuvo centrada en la declaración de sus progenitores, médicos y enfermeros de la clínica y los facultativos de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital General, donde finalmente falleció.
La madre de Marina Ocaña, al contrario que los facultativos, recalcó que su hija no recuperó la consciencia en el posoperatorio (unas 12 horas desde que salió del quirófano hasta que fue trasladada al hospital, al sufrir una crisis convulsiva). 'Estuvo todo el tiempo adomercida. Yo la veía cada vez más muerta y sin fuerzas', precisó. 'Tampoco orinó, y apenas hablaba, sino de forma balbuceante', explicó más adelante. La madre, no obstante, dijo que contuvo sus temores ante los consejos de los médicos, 'que me decían que todo iba bien y normal'.
Michelle Gisbert comentó que su preocupación se incrementó cuando su hija sufrió las convulsiones. 'Pedimos llevarla al hospital, pero tuvimos que buscar nosotros mismos [en rerefencia a su esposo, Pedro Ocaña] el número de la ambulacia en la guía', subrayó.
La madre aseguró que durante el posoperatorio a su hija le sumistraron hasta siete goteros de suero. Este extremo fue cuestionado hasta por el presidente del tribunal, por no coincidir ni con el número máximo de entradas en la habitación del personal médico del centro. De las enfermeras que declararon, sólo una admitió un cambio de suero a lo largo de la jornada.
Los médicos de la UCI del hospital que atendieron a la niña al llegar al centro dijeron que la menor ingresó en estado de coma compatible a una muerte cerebral. Uno de los facultativos dijo que la menor ingresó con hiponatremia, 'un síndrome infrecuente, a causa de una secreción hormonal inadecuada o exceso hídrico'. Los médicos señalaron que es factible que una exploración neurológica previa, como mantienen los facultativos de la clínica, no detecte una posterior crisis convulsiva. También subrayaron 'que una operación aparentemente banal como una intervención de amígdalas, puede desencadenar patologías latentes en la paciente'.
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