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Bush renuncia a su intención de prohibir la clonación terapéutica

Schröder apoya la importación de células madre embrionarias

Dividido por la falta de acuerdo en el propio Partido Republicano, el Gobierno conservador de George Bush ha renunciado a su intención de prohibir la clonación terapéutica y busca ahora un compromiso entre sus ideales religiosos y políticos y las realidades de la investigación para regular este tipo de investigación en Estados Unidos. Una de las ideas es permitir y financiar únicamente la investigación con células madre embrionarias ya conocidas, pero no el desarrollo de nuevas líneas de trabajo.

El debate es tan intenso en Washington que ha retrasado la elaboración de la ley varias semanas. El pasado lunes, 38 líderes republicanos de la Cámara de Representantes, en carta a la Casa Blanca, pidieron prohibir la destrucción de embriones, que calificaron de 'industria de la muerte' para uso médico. Pero otros responsables, incluso tradicionalmente antiabortistas, liderados por el senador Orin Hatch, presionan para seguir con la investigaciones y aseguran tener una mayoría en el Senado, con el apoyo demócrata, para bloquear cualquier iniciativa de Bush.

El Gobierno no esperaba tales discusiones. Esta semana el presidente sólo ha dicho que la ley podría estar lista 'dentro de poco'. Bush se entrevista el próximo día 23 con el Papa, que se opone a toda manipulación de embriones, y es posible que para entonces EE UU quiera tener zanjado el asunto.

Las células madre pueden servir para tratar enfermedades hasta ahora incurables, como el Alzheimer, el Parkinson o la diabetes. Se obtienen de embriones humanos de cuatro o cinco días y pueden transformarse en cualquier tejido adulto. La clonación garantiza que no habrá problemas de rechazo entre estas células y las del paciente. El problema ético se plantea con la creación de esos embriones con la sola intención de destruirlos.

Desde 1996, EE UU no permite que se usen fondos públicos para ese propósito, pero no impone limitaciones a la investigación privada. En principio Washington no tiene intención de prohibir las iniciativas privadas y de ilegalizar la clonación de embriones, aunque a finales de junio parecía barajar esa posibilidad. El debate afecta sobre todo a la investigación pública. Bush no quiere que su base conservadora le acuse de financiar abortos.

El Gobierno baraja varias opciones, todas bastante confusas, al querer satisfacer demasiados intereses opuestos: la primera permite el uso de dinero federal sólo para la investigación de células madre ya extraidas de embriones. Muchas de éstas han sido obtenidas por laboratorios privados y están bajo patente, lo que limita su acceso. Otra opción es seguir con la investigación hasta que los científicos hayan obtenido suficientes células, y luego prohibirla. Una última posibilidad autoriza a financiar centros médicos que también utilizarían fondos privados en embriones.

Precisamente ayer el canciller socialdemócrata alemán Schröder apoyó la importación de células madres embrionarias al afirmar que no prohibirá que los investigadores las compren de otros países, informa Reuters. Schöder clarifica así su postura en el debate que divide al Gobierno rojiverde alemán.

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