Veto europeo

Una nueva paradoja nos depara la dinámica de globalización de la economía mundial. Dos compañías estadounidenses no pueden fusionarse porque las autoridades de la Unión Europea lo impiden. El titular de la Competencia de la Comisión Europea, Mario Monti, ha vetado la absorción de Honeywell por parte de General Electric, una operación valorada en 43.000 millones de dólares. Con ello se ha abierto un conflicto en las relaciones entre las autoridades de ambos bloques económicos, ya que los responsables estadounidenses en la materia habían dado luz verde a una operación que habría sido la de más envergadura de las fusiones hasta ahora anunciadas. Como es la primera vez que los supervisores comunitarios bloquean una operación previamente aprobada por sus colegas de EE UU, las acusaciones de intromisión del secretario del Tesoro se han hecho esperar.

La combinación de los negocios en el sector aeronáutico de ambas compañías habría derivado en un poder de mercado inaceptable, según la Comisión. Para las autoridades de EE UU, una posición tal parece estar más pendiente de los intereses de los competidores que de los consumidores, además de caer fuera de la jurisdicción europea. Quizás a los supervisores estadounidenses no deja de extrañarles que su tradicional celo antimonopolio se extienda ahora también al Viejo Continente.

Más allá de las razones de una y otra parte, o del desenlace final si GE acaba recurriendo la decisión europea, el desencuentro evidencia la necesidad de concertar a escala global las normas y procedimientos de defensa de la competencia, para que esa dinámica de creciente y rápida integración económica y financiera internacional no sólo satisfaga a todos, sino que evite consecuencias indeseadas. Decisiones empresariales como la que se acaba de abortar seguirán sucediéndose a medida que el espacio competitivo se integre; lo relevante es que la divergencia de criterios ahora expresada no pase de ser, como ha señalado Monti, 'un caso raro'. Entre poner puertas al campo y legitimar el 'todo vale' hay un ámbito suficiente para la gobernación global; también en el área de la competencia y los derechos de los consumidores. No puede ser que la única globalización total sea la de la movilidad de los capitales. Si ese espacio no se ocupa, los conflictos que pueden emerger serán tan representativos como las movilizaciones de los últimos tiempos contra una globalización mutilada y anárquica.