Cinco siglos en Arantzazu
Una amplia programación cultural remarca los 500 años de presencia franciscana en el santurario
En 1468 el pastor Rodrigo de Balzategi encontró una pequeña imagen de la Virgen sobre un espino en un barranco. '¿Arantzan, zu?', dicen que preguntó (¿Tú en el espino?). Allí, donde hoy se alza el Santuario de Arantzazu (Oñati), se construyó una ermita y el pueblo caminaba en peregrinación para venerar a la Virgen. 'Fue una comunidad de mujeres la primera en encargarse de la Casa de María', recuerda el fraile Juan Ignacio Larrea. 'Juana de Arriarán y sus seronas'. Dominicos, jerónimos y franciscanos protagonizaron después una 'pugna para hacerse con el lugar'. Pero terció el Papa y en 1501 concedió una bula que confirmó la presencia franciscana en Arantzazu.
Han pasado cinco siglos desde entonces, con sus guerras e incendios, pero esta orden aún permanece. Larrea no recuerda cuantos hermanos formaron entonces la comunidad. Sólo que fueron pocos, igual que ahora. Tan sólo 46 frailes habitan hoy este lugar sagrado. Religiosos que dedican su vida a Dios y al estudio, pero que no viven aislados de la sociedad. 'A lo largo de estos cinco siglos, el santuario ha sido un espacio de encuentro y referencia para la vida religiosa, cultural, artística y social', señalan.
No hay más que ver los nombres insignes que han realizado su trabajo entre los muros de este lugar, entre las paredes de la biblioteca que alberga cerca de 100.000 volúmenes. Entre ellos, Aita Villasante, impulsor de la unificación del euskera o el poeta Bittoriano Gandiaga, por citar a dos personalidades recientemente desaparecidas.
Por eso los franciscanos se proponen ahora compartir con la sociedad el V aniversario de su presencia en el santuario, con una serie de actividades que incluyen precisamente sendos homenajes a estos dos frailes. Será en el marco de una exposición que abrirá sus puertas al público el 15 de agosto y permitirá conocer al detalle el entorno natural en el que se ubica el santuario, la vida religiosa de Arantzazu y la importancia que han tenido la cultura y el euskera dentro del recinto. Todavía existen actividades sin concretar, pero otras ya están fijadas. La Quincena Musical se trasladará el 17 de agosto a este paraje con varios espectáculos musicales en los que intervendrán, entre otros, el Orfeón Bergarés y Joxan Artze. Un día después actuará el coro Donosti Ereski y hasta el 9 de septiembre de 2002 irán pasando otros artistas como la soprano Ainhoa Arteta o el músico Félix Ibarrondo con su nueva sinfonía.
Se trata, en suma, de 'recordar así el pasado para preparar el futuro'. 'Durante estos años hemos dado una respuesta a la pregunta religiosa de Euskal Herria', destacó ayer Iñaki Beristain, organizador de los actos del centenario, que incluye la celebración de cuatro congresos. 'Pero también tenemos que dar una a la necesidad de paz que tiene este pueblo'. Esto no les hace olvidar que la falta de vocaciones hace que sean 'cada vez menos y más viejos'. Por eso se han propuesto garantizar la pervivencia del patrimonio del Santuario con la creación de una fundación de Amigos de Arantzazu, un centro de espiritualidad y otro de arte. Precisamente, en un lugar en el que se dan cita algunos de los más grandes artistas. La basílica, que comenzó a construirse en 1950, es obra Sainz de Oiza y Laorga; la fachada con la Piedad y los 14 apóstoles, de Jorge Oteiza; las puertas de la iglesia, de Eduardo Chillida; el mural-retablo, de Lucio Muñoz, y la cripta alberga obras de Néstor Basterretxea. Algunas de estas obras se consideraron en su momento una afrenta por su vanguardismo y estuvieron paradas durante un tiempo.
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