Un cierto brillo verbal
Juan de Dios Ruiz-Copete publica el primer ensayo de una serie sobre narradores andaluces del siglo XX
Si se tiene en cuenta la tradición literaria andaluza en el siglo XX, en un itinerario que comienza con la Generación del 98, el modernismo, la novela intelectual de las primeras décadas del siglo y la Generación del 27, se observa un aplastante dominio en la primera mitad del siglo de la poesía como género literario propio de Andalucía. La novela se cultivó de forma esporádica por los autores andaluces. Ahora, un siglo después, la narrativa ha dejado de ser un género de minorías para ser casi hegemónica en el panorama literario andaluz. La nómina de autores es amplia, desde narradores que surgieron en paralelo a la Generación del 27 como Francisco Ayala, Manuel Halcón, Esteban Salazar Chapela o José María Souvirón, al llamado boom de narradores andaluces del quinquenio 1968-1973 (Alfonso Grosso, Manuel Ferrand, Fernando Quiñones, Caballero Bonald...). Desde entonces, el número de novelistas andaluces se ha triplicado.
Juan de Dios Ruiz-Copete (Prado del Rey, Cádiz, 1930), abogado retirado y ensayista, ha iniciado con Novelistas andaluces de posguerra. Historia de una década (1939-1949) -un libro publicado por la Universidad de Sevilla- una serie de estudios sobre unos escritores que, con independencia de su obra, comparten una geografía, 'un talante creador no común, pero sí, en muchos casos, coincidentes en una concepción realista del relato sobre una muy cuidada vocación idiomática: lo que Santos Sanz Villanueva definió un cierto brillo verbal al referirse a un rasgo común a los novelistas andaluces', explica el autor cuando habla de los denominados narraluces.
La empresa que ha iniciado Ruiz-Copete, autor de Introducción y proceso a la nueva narrativa andaluza (1976), es casi tan larga como décadas tiene el siglo. Por eso ha planificado sus trabajos por decenios. 'Pensaba hacer un solo volumen, pero sólo los narradores que aparecieron simultáneamente a la Generación del 27 me daban para un texto de más de 500 páginas', dice. En realidad, éste es el primer volumen de una serie que llega hasta nuestros días, pero razones editoriales han motivado que se publique antes el segundo, dedicado a los autores de la década de los cuarenta, los que surgieron tras la guerra civil.
Son el jiennense Manuel Andújar, que hubo de hacer casi toda su obra en el exilio mexicano; el cordobés Rafael Narbona; Juan José Mira, también de Jaén, aunque se trasladó pronto a Barcelona, donde haría su obra literaria; la gaditana Mercedes Fórmica, que simultaneó la novela con el ejercicio de la abogacía, en Madrid, y su militancia feminista. Y también José Fernández Castro, de Granada; el médico almeriense Octavio Aparicio, que no perduraría mucho en el género; el granadino Juan Antonio Espinosa, el sevillano Antonio Ortiz Muñoz, y el prosista y poeta malagueño José Antonio Muñoz Rojas.
'Son muy distintos entre sí en calidad. Además, la mayoría no se conocía', comenta Ruiz-Copete. 'No es como en la década de los sesenta cuando se impone el realismo social', apunta, e insiste en que entre los narraluces -una maniobra comercial más producto del mercado editorial que un movimiento literario de generación espontánea, según su opinión- tampoco existía homogeneidad, aunque sí, con carácter general, había una preocupación social, una temática andaluza y una atención especial al estilo.
El autor ofrece una panorámica de escritores, algunos significativos, otros menos conocidos, pero que han dejado 'al menos una obra que merece ser comentada'. Ruiz-Copete ha exhumado las cenizas narrativas de algunos para retrasar algo 'la inevitable prescripción que impone el olvido'.
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