Dinero telefónico bajo sospecha
La maraña de líneas 900 favorece que, por desconocimiento, el usuario sea objeto de abusos
Un millón y medio de personas votó la semana pasada al ganador de Gran Hermano a través del teléfono. Tres números que comenzaban por 906 permitían optar por cada finalista mediante conexión telefónica o mensaje de móvil. Y al público no le importó abonar las 136 pesetas -'importe máximo', según explicaba el contestador- que costaba cada llamada.
La línea 906 es uno de los 'servicios de inteligencia de red' que ofrece Telefónica, la única operadora que de momento trabaja con ellos, y que permite repartir los costes de la llamada. Las posibilidades incluyen otros cinco números desde el 900, cuyas tarifas están fijadas por la ley. Estas líneas se han generalizado desde que aparecieron en 1992, aunque no todos los usuarios saben que llamar a ellas es más caro que a un número local: un minuto de conexión puede oscilar entre las 14,24 pesetas y las 167 pesetas, según la línea.
Un minuto de conexión puede oscilar entre las 14,24 pesetas y las 167 pesetas, según la línea
Las llamadas a los teléfonos de Gran Hermano las pagaba quien las hacía, pero la recaudación se reparte entre la operadora y el concurso. Una conexión mínima (un minuto más el establecimiento de llamada) costaba 117 pesetas, de las que Telefónica se queda con 22 y Gran Hermano con 95. En este caso la duración no era superior a dos minutos, pero muchos de los servicios que se ofrecen a través de estas líneas aprovechan precisamente el alto coste de la conexión para tratar de dilatar la llamada y obtener más beneficios.
'¿Dónde te has enterado de nuestro teléfono? ¿por la televisión?'. Con este tipo de preguntas la operadora que atendía un teléfono de consultas de tarot intentaba la semana pasada dilatar la conversación para llevar al máximo de tiempo la llamada, que se extendió 20 minutos, sin apenas opción a intervenir. Su coste: 2.255 pesetas, a tenor de las tarifas que aplica Telefónica.
La consulta a un teléfono erótico estuvo precedida de un mensaje en el que se especificaba el coste del minuto '43 pesetas', la duración máxima de 30 minutos y alertaba al que llamaba de que no podía 'ser grosero, ni insultar, ni atentar contra la legislación vigente'.
Hablar continuamente, no hacer pausas, hacer preguntas que exigen respuestas cortas, son algunos de los trucos que utilizan los operadores de estos servicios. Para evitar los abusos, se estipuló por ley que estas llamadas no deben superar los 30 minutos. Pero esto no ha acabado con los fraudes.
La Confederación Española de Consumidores y Usuarios (CECU) y el sindicato UGT han recibido denuncias de teléfonos que se anuncian en las ofertas laborales de los periódicos. Al contactar con ellos, se remite a un número de teléfono -'llame al 90 64...'- y por la forma de decir las cifras, el que telefonea no aprecia que se trata de un número 906. 'Hasta que llegó la factura no se dieron cuenta del fraude, porque en algunos casos no sabían siquiera que estaban llamando a esos números', explica Pilar Duce, de UGT. Su sindicato ha presentado en Santiago de Compostela una denuncia contra varios de estos números, después de contabilizar 250 casos en los que detrás del número de teléfono no había una oferta laboral. La centralita remitía a diversos departamentos en los que se tomaban los datos y el currículum de quien llamaba. 'Duraba entre 15 y 20 minutos', explica Duce, 'y a algunos se les pedía llamar al día siguiente'. UGT tiene previsto presentar otra demanda en Valladolid y ha sabido de casos en Asturias, Extremadura, Madrid, Valencia y Navarra.
'No sabemos muy bien qué hacer con este tipo de reclamaciones', dice Antonio López, de CECU, donde también han recibido quejas. Los casos que han denunciado a la policía son difíciles de investigar, puesto que la Ley de Protección de Datos impide a Telefónica informar sobre los titulares de las líneas. La compañía alega además que no es su responsabilidad conocer para qué se utilizan sus números. 'Es como exigirle a un casero responsabilidad por lo que hacen sus inquilinos', señaló un portavoz. Además, continuó, para chequearlo haría falta pinchar el teléfono, lo que no se puede hacer sin una orden judicial.
Además la compañía ya se lava las manos al exigir la aceptación de un código ético para contratar una de estas líneas, para las que además se exige un 'acceso directo' (una línea con 30 canales para llamadas simultáneas), presentar un aval bancario de tres millones de pesetas y un pago mensual de 50.000. En el código se estipula la obligación de informar del coste de las llamadas al principio de éstas -lo que no cumplen todos- y, entre otras cosas, que cada tipo de línea se dedique a un fin.
El 900 a secas es un número gratuito que suelen utilizar teléfonos de servicio público, como por ejemplo el Defensor del pueblo o la Policía Nacional para la colaboración ciudadana.
Algunos organismos públicos han optado por un 901, en el que se reparte el coste entre el dueño del número y su usuario. Y éste no paga nunca más de las siete pesetas por minuto. De este tipo es, por ejemplo, el teléfono de información sobre devoluciones del impuesto de la renta.
Uno de los teléfonos más extendidos es el 902, en el que paga quien llama. Se utiliza para servicios que se extienden a toda España: el de Renfe o el de atención del Inem. Es más barato que una llamada interprovincial, pero más caro que una local. Al que lo solicita le sirve también para unificar en un mismo número teléfonos de diferentes provincias.
Algo menos extendidos están los números 904, denominados números personales o sígueme, y en los que el que lo contrata desvía a cualquier teléfono todas las llamadas dirigidas a ese número, y los 905, que se utilizan para encuestas.
Los 906 y los 903 son las líneas más caras: el minuto oscila entre 37, 24 y 152 pesetas, más la conexión de 15. Ambos permiten repartir la recaudación de la llamada, que paga el usuario, entre la empresa que lo contrata y Telefónica. En un principio sólo existía uno de ellos, pero se optó por desviar determinados servicios sólo a los 903, que es una línea que ha de contratarse previamente para poder acceder a ella. El código de conducta de Telefónica establece que las líneas eróticas, las de ciencias ocultas, multiconferencias o chistes, entre otras, se ofrezcan a través de ella. La línea 906, en cambio, queda para concursos, recetas, deportes, servicios meteorológicos, y usos similares.
Sin embargo, en los anuncios de los diarios los 903 son inexistentes. Las líneas eróticas, de compañía o de consultas de tarot se anuncian con 906. Pero la operadora especifica en su código que 'Telefónica únicamente procede al corte del servicio de determinadas numeraciones 906 cuando existe un mandato expreso de la Administración pública que es quien ejerce la labor inspectora y sancionadora'.
Este diario preguntó al Ministerio de Ciencia y Tecnología cómo se controla el buen uso de estas líneas pero no obtuvo respuesta.
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