Carmen Linares muestra el poder de la mujer en el flamenco
'Ahora hay un resurgir de la mujer en el cante flamenco', sentenciaba la cantaora Carmen Linares pocas horas antes de subirse al escenario del Palacio de los Córdova, en Granada, para participar en el Festival Internacional de Música y Danza. Luego lo demostró: definió, con el perfil de la Alhambra iluminada a sus espaldas, cómo el cante jondo es desde hace unos años territorio femenino, con un repertorio propio, con un estilo genuino y una sabiduría diferente. 'La mujer', dice la cantaora, 'ya no tiene las trabas de antes y esa libertad está ayudando'.
Linares regresó a este festival por séptima vez desde que debutara en 1979, en un homenaje a Antonio Chacón en el que participaron artistas de la talla de Antonio Cuevas, El Piki, Enrique Morente, Manuel Mairena o Mario Maya, entre otros. El escenario elegido para la noche del martes fue el Palacio de los Córdova, con el que se quería rememorar los viejos conciertos flamencos que se celebraban en la mismísima falda de la Alhambra.
Ni el público asistente, más habitual de los conciertos de música clásica y, salvo excepciones, poco entendido en flamenco, ni la garganta de Linares, que parece algo resentida por un exceso de conciertos, ayudaron a caldear el ambiente, aunque la cantaora, que arrancó por tangos de La Repompa, dejó bien sentada desde el principio su maestría. Poco a poco, con tarantas de profunda hechura, una magistral soleá de Alcalá y por alegrías, la garganta se fue calentando. El público también, aunque sin excesos.
Homenaje
La cantaora, en la segunda parte del recital, quiso rememorar el Concurso del Cante Jondo de 1922 que organizaron Federico García Lorca y Manuel de Falla, y que puso el flamenco puro al nivel de la música culta. La Linares los homenajeó desgarrando una caña como para erizar el pelo.
Flanqueada por las guitarras de los hermanos Paco y Miguel Ángel Cortés, granadinos de vuelta en su tierra, y que en muchos cantes se fueron turnando el papel de acompañantes solistas, Carmen Linares desgranó una impresionante granaína de Chacón, arrancó aplausos con un martinete fundido a una siguiriya y culminó la actuación por bulerías. El público pidió más. Ella regaló como bises dos joyas: El paño moruno, de Manuel de Falla, y Anda jaleo, un cante popular que fue armonizado por Federico García Lorca. Una delicia. 'Me gusta rescatar cosas del pasado, pero hacerlas a mi manera. Siempre hay que buscar tonos nuevos, inesperados'.
Sobre la vigencia de la mujer en el flamenco, arrancando por La Niñas de los Peines y siguiendo con las nuevas promesas, como Estrella Morente o Marina Heredia, Linares es explícita: 'La mujer ha visto que tiene mucho campo en el flamenco, y es bueno que salgan esas artistas fantásticas'. Ella, que nunca tuvo oposición, se considera una privilegiada. La otra noche demostró que lo es por derecho.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.