_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pollos

José Luis Ferris

El pasado fin de semana, la ola de calor se llevó por delante 90.000 pollos de nuestras granjas. La cifra de esta necrológica avícola no parece alterar los ánimos de los granjeros afectados ya que en opinión del presidente de la patronal de productores de pollo, el número de bajas 'entra dentro de los parámetros que podemos considerar normales en casos de incremento de temperaturas'. Al parecer, 90 millares de aves, dentro de ese espíritu de la globalización que se va instalando progresivamente en las neuronas de la población mundial, no es materia que preocupe, puesto que sólo se trata del 0,5% de los pollos que se reproducen en las granjas de la Comunidad Valenciana, es decir, que la inclemencia climatológica ha sido en el fondo benévola al consentir que de sus 18 millones de plumíferos, sólo la mitad del 1% perezca en holocausto.

Bueno es saberlo para medir con conocimiento y templanza la gravedad de ciertas noticias que uno asume como graves y que luego resultan tan baladíes como un grito en el desierto. De cualquier modo, yo estoy, con Orwell, por la revolución en la granja y la lucha solidaria de ese 99,5% de pollos supervivientes que subsiste bajo la amenaza de ver recortada su expectativa de vida por la mala planificación de sus dueños. Salir del huevo y estar expuesto a sucumbir bajo los incontrolados rigores del calor es motivo suficiente como para manifestarse contra el avicultor genocida. Hacer huelga de pienso, picotear unánimemente al productor, asaltar los sembrados y chapotear en las charcas profiriendo cacareos contra la globalización pueden ser soluciones que amedrenten al amo y sensibilicen a la opinión pública. Claro que siempre estará Rajoy para justificar las cargas y detenciones efectuadas por el aparato de seguridad cuando los pollos más agresivos acaben desplumados y listos para servir en envases reciclables. El carácter organizado de los plumíferos y los violentos pollos infiltrados que montaron el caos serán razón suficiente para relacionar la rebelión con los sucesos de Praga o Gotemburgo y, claro está, en las granjas valencianas no podíamos ser menos y consentir movidas anarquistas de semejante calibre.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_