La acusación dice que el 'caso del 7º piso' fue violencia doméstica

El jurado escuchó ayer las conclusiones de la acusación particular y la defensa en el juicio que se sigue contra José Francisco Ll. E. como supuesto autor de un delito de asesinato al tirar a su mujer desde un séptimo piso. Durante cinco horas, las partes aprovecharon su última oportunidad de dirgirse al jurado. La sesión se inició con la intervención del representante de la acusación particular, el letrado Carlos Verdú. Su argumentación comenzó por compartir con el jurado su convencimiento de que los hechos son tan claros que no hubiera sido necesaria la presencia de 67 testigos y 26 peritos. 'La defensa nos ha obligado a tantos medios de prueba para crear una densa niebla que no deje ver la verdad'. Según él, la verdad es que el acusado arrojó a su esposa desde el séptimo piso de una finca en construcción de la calle de Pepita Samper de Valencia. Y lo hizo premeditadamente. Verdú calificó la versión de los hechos ofrecida por el acusado de absurda y dijo que la mejor arma de José Francisco Ll. fue la estudiada coartada: 'su mujer fue a la cita tranquila y confiada porque cuatro días antes comunicó a su marido su intención de separarse y él pareció entenderlo'. Sin embargo, argumentó que todo formaba parte de una estrategia de recuperar a su esposa que finalizaba aquel martes 19 de octubre de 1999, si no lo conseguía al día siguiente tenían cita con el abogado y actuar contra su esposa, dijo Verdú, dejaría evidencias.

Relato de un calvario

El letrado de la acusación recordó al jurado los testimonios ofrecidos por los doce testigos presenciales -que oyeron los gritos de socorro de la víctima-, de las amigas de la mujer que sabían de su firme deseo de separarse, de las referencias hechas al abandono y maltrato que la víctima contó a algunas de ellas, del carácter frío y calculador del acusado y de los resultados periciales que no sustentan la hipótesis del accidente. Verdú insistió en que la fallecida, Josefa P., de 37 años, vivió un calvario en silencio 'como tantas mujeres españolas' y que éste fue un episodio más de violencia doméstica.

La madre de la víctima, costurera de 69 años, viuda desde los 37 años, que sólo tuvo una hija y a cuya nieta no puede ver porque la tutela está en manos de la hermana del acusado, explicó ayer a EL PAÍS: 'Tenían problemas pero mi hija callaba. Me dijo una vez que no pensara que él era una buena persona, que tenía relaciones con prostitutas que incluso le llamaban a casa. Él es una mala persona que hizo sufrir mucho a mi hija y que me ha robado lo único que yo tenía'.

La defensa, por su parte, pretendió demostrar al jurado a lo largo de dos horas de exposición que no hay pruebas concluyentes contra su defendido y que, en caso de duda, deben actuar en favor del acusado, 'con inteligencia, no con el corazón'. De forma minuciosa, repasó los detalles que sirven para sostener la inocencia de su defendido. Insistió en que ningún testigo vio lo que pasó en el séptimo piso, que las periciales, para él, sí dan claves que apoyan la tesis del accidente y que el acusado ha sido siempre un hombre trabajador entregado a su familia.