Un informe acusa de incompetencia e indisciplina a los ferrocarriles británicos
Treinta y una personas murieron en octubre de 1999 en un accidente de ferrocarril en el acceso a la estación londinense de Paddington que podría haberse prevenido o, al menos, mitigado, de acuerdo con el informe oficial del siniestro publicado ayer. Su autor, lord Cullen, critica la 'parálisis institucional' de la industria ferroviaria británica en el control de señales y en la comunicación con los conductores. Railtrack, la compañía responsable de la estructura viaria, y Thames Trains, propietaria del tren de cercanías que chocó con un expreso al saltarse una señal en rojo, son el blanco del grueso de las críticas de la investigación.
Railtrack cometió un 'lamentable error' al no tomar medidas previas para corregir dicha señal que no era la primera vez que un conductor se saltaba. El informe denuncia el 'régimen de indisciplina y complacencia' vigente en el centro de control y la lentitud de reacción de los controladores. Censura también la 'gestión incompetente' de Thames Trains y sus 'inadecuadas' medidas en el adiestramiento de los operadores de tren.
En este aspecto, mitiga la responsabilidad del conductor del tren de cercanías, que falleció en el siniestro que él mismo provocó al no detenerse ante la polémica señal. Aunque el motivo de esta fatal acción se desconoce, podría haberse debido a la mala visibilidad. 'Creyó que podía acelerar en ese segmento de vía', estipula Cullen. La investigación confirma los errores que supervivientes y familiares de las víctimas anticipaban. Entre ellos, Tony Knox exigió ayer el enjuiciamiento de Gerald Corbett, el entonces director general de Railtrack que dimitió a raíz del accidente. 'No es un sentimiento noble, pero un poco de venganza no vendría mal. Le deberían procesar por arrogancia, negligencia y presunto homicidio', denunció.
Tras cuatro años de beneficios, Railtrack registró este año pérdidas en torno a los 145.000 millones de pesetas y un déficit de inversión de más de 800.000.
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