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Columna
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El peligro de avanzar como los cangrejos

Las violentas manifestaciones en Gotemburgo, que, pese a su violencia, conviene tomarse en serio en su mensaje, constituyen una señal añadida al resultado negativo del referéndum en Irlanda sobre el Tratado de Niza de los peligros que conlleva que la construcción europea avance, como hasta ahora, como un cangrejo: de espaldas a los ciudadanos. En Irlanda triunfó no sólo, por poco, el no irlandés, sino la apatía (una abstención del 65%). La Declaración sobre el Futuro de la Unión que acompaña el tratado se compromete, con vistas a la próxima reforma en 2004, a favorecer 'un amplio debate' con la participación de 'Parlamentos nacionales, medios de comunicación, círculos políticos, económicos y universitarios y representantes de la sociedad civil', etcétera. Sondeos realizados en Irlanda antes de la consulta indicaban que más de un 50% de los ciudadanos no entendía el texto de Niza. Se llame como se llame, la futura Constitución de la UE tiene que resultar atractiva, entenderse, explicar las razones de la integración y poner los valores compartidos en el centro.

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El Consejo Europeo de Gotemburgo no ha encontrado componenda para que el Gobierno irlandés, que ha pedido 'un periodo de reflexión prolongado', salga de este atolladero. En 1992, Dinamarca rechazó el Tratado de Maastricht por referéndum, para, con unos ligeros cambios, aceptarlo en una nueva consulta en 1993, y en septiembre pasado, los daneses rechazaron el euro (con índices de participación superiores a un 80%). Si el no se hubiera dado en un Estado grande de la UE, la situación hubiera sido, previsiblemente, distinta. Ha quedado de relieve la crisis de credibilidad y liderazgo que padece la construcción europea, con los ciudadanos comunitarios distanciados, y los de los candidatos, reticentes. La ampliación se va a hacer, incluso ahora acelerar, pero sin haberla explicado ni a los que entran ni a los que están. Hora es de rectificar. Si el bloqueo irlandés ha ocurrido en una Unión de 15, ¡qué no puede pasar en otra de 27 o más!

La Constitución o Tratado Fundamental de la Unión podría empezar por un 'nosotros, los pueblos [en plural] de Europa', y aunque la UE no es ni vaya a ser un Estado federal, de nuevo se puede volver a los padres fundadores de EE UU en busca de inspiración. Allí, las enmiendas a la Constitución son propuestas por dos tercios de ambas cámaras del Congreso o por una convención convocada por dos tercios de los Estados, pero su entrada en vigor requiere la ratificación de sólo las tres cuartas partes de las legislaturas de los Estados federados. Madison consideraba que ésta era la forma de evitar a la vez una 'facilidad' y una 'dificultad extremas' para cambiar la Constitución: 'Haber requerido la ratificación unánime de los (...) Estados hubiera sujeto el interés esencial del todo al capricho o corrupción de un solo miembro'. La única excepción es la representación igual de todos los Estados en el Senado.

No es un sistema perfecto; es lento, y 'no toma en cuenta al pueblo de los Estados Unidos en su totalidad', según escribiera García Pelayo. Pero varios son los que se pueden inspirar en estas disposiciones. En esta línea, el documento del PSOE sobre El futuro de Europa -fruto de la 'improvisación' y 'ocurrencias', según Aznar- propone que las reformas a la Constitución de la UE se aprueben por unanimidad de los Gobiernos, pero entren en vigor una vez ratificadas por cuatro quintas partes por los Estados y el Parlamento Europeo; las leyes que llamaríamos 'orgánicas' no requerirían ratificación.

Una medida que podría contribuir a generar espíritu europeo sería otorgar al Consejo Europeo la capacidad de convocar referendos en toda la UE, aunque tales consultas conllevan el peligro, como ha ocurrido en Irlanda y en las elecciones al Parlamento Europeo, de que una abstención elevada deslegitime lo que se pretende impulsar.

aortega@elpais.es

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