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La falta de consenso sobre el presidente de la Acadèmia impide el acuerdo entre Zaplana y Pla

El jefe del Consell introduce a última hora la propuesta de Tarancón como académico

Los dos dirigentes políticos se reunieron a última hora de la tarde de ayer en el Palau de la Generalitat conscientes de que nunca antes habían estado tan cerca de cerrar la composición de la Acadèmia Valenciana de la Llengua. Los principales escollos para cerrar el acuerdo eran dos: el perfil de la presidencia, fundamentalmente; y la discrepancia sobre la competencia de dos de los 21 académicos del cupo de dos tercios que debe cumplir el requisito de 'tener una acreditada competencia científica o académica'.

La recta final de la negociación se dividió en tres listas de nombres. Por un lado, una relación de 12 nombres -vinculados en su práctica totalidad a la Universidad- entre los cuales el PSPV debía elegir 10 con el beneplácito del PP. Por otro, una enumeración de 10 candidatos -en la que estaban incluidos los partidarios del secesionismo lingüístico y alguna persona sin producción en valenciano- de los que los populares designaban seis. Por último, otra lista de 11 nombres -de candidatos que no cuestionan la unidad lingüística del catalán- entre los cuales Zaplana debía designar cinco. En conclusión, la composición de la Acadèmia Valenciana de la Llengua debía tener una mayoría de personas de reconocido prestigio en el campo del valenciano que no cuestionasen la unidad lingüística. La discrepancia estaba en el margen de la mayoría, según una interpretación estricta de la ley como defendía Pla (de dos tercios) o una lectura más laxa como pedía Zaplana, que intentaba recortar el número de miembros de reconocido perfil científico.

En las conversaciones previas, el senador de CiU Joan Rigol intentó convencer a Joan Ignasi Pla, por un lado, y a Eduardo Zaplana, por otro, de la voluntad del adversario para alcanzar un acuerdo definitivo.

Sin embargo, en las últimas listas de nombres sobre los que se negociaba la elección de los 21 académicos -entre los que sí estaba la subsecretaria de la Consejería de Educación, Ascensión Figueres-, Zaplana introdujo la propuesta de Manuel Tarancón, lo que bloqueó las negociaciones sobre la composición de la Acadèmia.

Una crisis en la recámara

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