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Reportaje:ÚLTIMA

Ellas son sus jefas

El primer Encuentro Andaluz de Emprendedoras y Empresarias reúne en Sevilla a más de 250 mujeres

A Soledad Ponferrada, una cordobesa de 37 años, madre de dos hijos y propietaria de una tienda de lencería, la idea de montar su propio negocio le había rondado siempre, 'incluso cuando estaba casada'. 'Tuve la mala suerte de que mi compañero no me dejaba dar el paso', confiesa con sinceridad. 'Me decía eso que suelen decir en los matrimonios que van mal: 'No vales para nada'. Así que cuando se separó, hace un año, pensó que había llegado su oportunidad. 'Me dije: ésta es la mía. Quería ser yo misma, no depender de nadie, tratar con la gente...'. Se enteró de que el Instituto Andaluz de la Mujer orientaba a las mujeres que querían autoemplearse y acudió a un centro Vivem (Viveros de Empresas para Mujeres). 'Estaba pegá en todo. No tenía idea de nada', dice esta mujer cuya única experiencia laboral previa fueron las clases de corte y confección que impartía en un centro particular. Después de moverse de un sitio a otro, por fin abrió el local en su Montilla natal hace tres meses. 'Estoy loca de contenta. Me meto allí y se me quitan todas las penas'. Ella es una de las más de 250 mujeres que celebraron ayer el I Encuentro Andaluz de Emprendedoras y Empresarias en Sevilla. Todas han pasado por estos centros Vivem, una red de servicios provinciales dependientes del IAM que orientan y forman a las mujeres que quieren crear su propia empresa.

África Maldonado, una ceutí de 36 años afincada en Sevilla, recibió en 1996 el premio Meridiana por su empresa de telesecretariado, un proyecto novedoso que prestaba servicios de secretaría por teléfono a todo tipo de empresas, 'desde un repartidor de comida de animales a un instalador de aire acondicionado'. La actividad se amplió después al marketing telefónico de empresas. Maldonado, que hasta los 27 años había trabajado como contable, dio un paso más y creó un centro de negocios, Sevilla Global Center, que ofrece en alquiler despachos totalmente equipados con ordenador, teléfono, fax y servicios de secretaría. Confiesa cuál es la razón principal que la llevó al empleo por cuenta propia: 'Moldear mi horario y no tener que dar explicaciones'.

En empresaria se va a convertir ya Vicky Castillo, granadina de 33 años, que ha rehabilitado un edificio del Albaicín para darle un destino turístico. La Casilla del Albaicín se inaugurará en septiembre como un establecimiento 'con encanto' para alquilar apartamentos. 'Pienso adaptar el alojamiento a las necesidades del cliente', aclara, y está pensando en ofrecer un servicio de 'vacaciones a la carta' organizando excursiones, cursos y otras actividades.

Después de trabajar como redactora jefe en un periódico, Dolores Rubiales, sevillana, puso en marcha hace un año y medio Ceres Comunicación, que asesora a pymes en cuestiones de relaciones con la prensa, identidad corporativa y diseño de páginas web. 'Tengo una actitud emprendora ante la vida, que creo que debería fomentarse desde la propia Universidad', opina Rubiales, de 30 años. También se decidieron por el trabajo autónomo Josela Fernández, una gallega de 49 años que fabrica y vende casas artesanales de muñecas o María Muñoz, vasca residente en Córdoba, que hace dos años montó una agencia inmobiliaria. A María de la Huerta Blanco su marido, albañil, tampoco la dejaba trabajar. 'Tuve de joven una peluquería y una tienda de azulejos, pero él no quería negocio, me quitó la llave. Como ahora no dependo de nadie y tenía que trabajar, abrí un bar-restaurante. Creo que no voy a mudar de negocio', relata esta cordobesa de 53 años.

De izquierda a derecha, Lola Rubiales, Josela Fernández, María Muñoz, Soledad Ponferrada y María de la Huerta.
De izquierda a derecha, Lola Rubiales, Josela Fernández, María Muñoz, Soledad Ponferrada y María de la Huerta.E. MARÍN

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