Educación laica
El presidente Pujol está preocupado porque los padres y las madres de Cataluña no transmitimos suficientes valores 'religiosos, patrióticos y sociales' a nuestros hijos. Está preocupado porque los jóvenes catalanes prefieren viajar a crear una familia. Resulta insultante y cínica la actitud del señor Pujol. Cínica porque vivimos en un país con un alarmante déficit de plazas escolares públicas, tanto en la educación preescolar como en la obligatoria. Eso sí, hay subvenciones para multitud de escuelas religiosas privadas; imagino que es una invitación a que matriculemos a nuestros hijos allí para que puedan recibir esa sólida formación.
Por otra parte, como padre de un niño y de una niña, no me acostumbro a las regulares reprimendas que nos propina el presidente desde su posición de privilegio. Me siento insultado porque soy, de acuerdo con sus palabras, un mal padre, pues ni yo ni mi mujer hemos optado por educar a nuestros hijos en los valores de la Iglesia católica. Tampoco les transmitimos ningún valor patriótico: hablan dos lenguas y una tercera de regalo, y todas son suyas. Imagino que tampoco debemos estar transmitiendo los valores sociales adecuados, porque su madre y yo ni siquiera vivimos juntos.
Nuestra esperanza es que crezcan felices como lo son ahora: libres para decidir lo que quieren ser y cómo quieren vivir. Solidarios y respetuosos con el planeta en el que les ha tocado nacer y con la gente que lo puebla, independientemente de su color, de su sexo y de la lengua que hablen.
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